Este plantel de Independiente está haciendo pedazos la gloria de esta Institución enorme. El descenso de la mano de los “hombres que no van a sentir la presión” fue el primer escupitajo al escudo y al honor de nuestro Rojo querido. Hoy, estos jugadores y la no idea del DT se están encargando de dinamitar lo poco que queda.
Fue una vergüenza el descenso. Es una vergüenza esta realidad. Es patético ver a este “equipo” jugar y representar a Independiente. Su rendimiento es paupérrimo. No se pueden sacar un jugador de encima. No hay diagonales en ataque, las paredes se construyen con algodones, porque cualquier vientito las derriba. No hay una identidad. No hay actitud, espíritu ni alma.
Este plantel y este “equipo” son híbridos. No demuestran rebeldía ni reacción. Dan lástima. Cualquier ignoto conjunto se le planta, lo mira a los ojos y descubre un vacío emocional total. No hay nada que los conmueva.
Ganan o pierden 3-0, siempre están en el mismo ritmo. Se quejan que todos contra Independiente se juegan la vida, pero su rendimiento dista mucho de algo parecido.
Esta divisional, el Nacional B, es de un nivel pobrísimo. Le dio mil oportunidades y a este ritmo parece que este equipo de Independiente no sabe cómo o no quiere ascender. Y estoy seguro que no lo merece. Con un poco de juego, una sola idea clara, amor propio y orgullo futbolístico el Rojo hacía cinco fechas que ya estaría ascendido. Pero no… nada de esto.
Esta vez la bronca estalló con el empate ante Ferro. Igualdad milagrosa, porque el local mereció mucho más y hasta erró un penal. Por tirar cien centros uno cayó en la cabeza de Penco y la mandó a guardar. Menos mal que fue directo a la cabeza y no a los pies, sino no sé qué pasaba.
Dan náuseas ver una cosa como esta. Parra jugando de espaldas al arco con tan sólo 9 goles en su haber. Montenegro jugando bien abierto por izquierda a kilómetros del arco, sin patear, sin ser líder. No se entiende por qué De Felippe nunca lo saca. Insúa, participando de a ratos, con un contrato millonario y con un puñado de encuentros. Pisano gambeteando para atrás o lateralizando. Vallés y Villalba, o Morel, como “ejes sorpresas” para terminar enviando un centro amateur. Centrales, como Tula, que llegan a destiempo y no son caudillos. Volantes inoperantes.
Y ojo, por nombres a priori es uno de los mejores planteles de la divisional. No obstante, con el mismo cuidado hay que destacar que es uno de los peores de los que pelean por algo.
Hoy, de nada sirve contemplar la idea de una ida masiva. La realidad marca que con estos jugadores y este DT hay que lograr el objetivo del ascenso… ¿pero se podrá lograr?
Defensa y Justicia y Banfield ya están en Primera División y bien merecido que lo tienen por haber salido a jugar en todas las canchas y haber ido a buscar el triunfo siempre. Nosotros nos contentábamos con el “punto inteligente”. Hoy estamos sacando cuentas para que el papelón no sea más grande. Y encima, hay que escuchar frases como “si jugamos así vamos a ascender”.
No muchachos. No es así. Independiente no juega a nada. De Felippe no le logra llegar al corazón. Estos jugadores no tienen amor propio ni orgullo. El DT, por su lado, tampoco sabe llegarles por decisión futbolísticas.
Independiente está inmerso en una enorme mediocridad. Desde dirigentes hasta jugadores.
En fin… para no dilatar el dolor ni hacer extensiva la bronca, sólo quiero exigir un poco de respeto a los jugadores y al cuerpo técnico, por nuestros colores, por la gloria ganada dentro de la cancha, por la gente que sufre, por las almas a las que les duele este pesar y que sepan que aunque el objetivo se cumpla no será digno de nada, ni siquiera de un aplauso.
