Independiente le ganaba 1-0 a Barracas Central, se lo dieron vuelta, y terminó rescatando un pobre empate. ¿Hasta cuándo este martirio?
El torneo está cerca de llegar a su fin, con Independiente como el peor de los grandes. Ahora, recibió a Barracas Central en Avellaneda, y lejos de hacer algo digno, volvió a pasar vergüenza. Ganaba 1-0, se lo dieron vuelta, y terminó arañando un pobre 2-2.
De arranque, el Rojo se mostró más ambicioso. Hacía sociedades interesantes, y en pocos toques, estaba en el área rival. El Guapo, por otro lado, se limitaba a defenderse, y apenas intentaba por el lado del siempre endeble Alex Vigo.
El encuentro, luego, se puso chato, casi sin situaciones. No merecía perder Independiente, pero tampoco ganar, y en ese momento se dio lo inesperado. Luego de una subida de Vigo por derecha, la pelota le quedó a Juan Cazares. El ecuatoriano recibió, tocó suave y puso el 1-0.
Era inmerecido, pero el Rojo se ponía 1-0 y estaba planteado el escenario para ganarlo. Sin embargo, y pese a que el rival tampoco hacía méritos, lo empató. Luego de otra subida por el lado de Vigo, la pelota le llegó a Juan Vázquez, que sorprendió a Juan Insaurralde. Recibió, dio una vuelta, y lo metió en el primero palo. 1-1.
El empate fue un baldazo de agua fría, y se notó en el segundo tiempo. Independiente salió al complemento dormido, mientras que Barracas Central fue por el triunfo. Así, luego de un centro, los centrales no saltaron y Cristian Colman marcó el 2-1 de cabeza.
Luego, el Rey de Copas siguió siendo un equipo tibio. Sin actitud y sin ideas, siguió intentando. Pablo Echavarría, al igual que Andrés Merlos con Central Córdoba, jugó su carta: Hubo una mano clara de un rival, que ni siquiera la fue a revisar al VAR. Otra vez, el árbitro robándole al más grande.
Por suerte, y pese al robo, hubo justicia divina para el lado de Avellaneda. El local seguía tratando a puros centros, hasta que uno encontró la cabeza de Iván Marcone. El mediocampista cabeceó, empató el encuentro, y firmó su primer gol en Independiente.
Luego, el encuentro decayó. Independiente siguió siendo un equipo impreciso, y Barracas Central no atacó más. Al finalizar el duelo, el empate terminó siendo lo más justo, y es por eso que es más doloroso. El Rojo es un equipo sin alma, sin actitud, y sin juego. Hay varios jugadores que no entienden dónde están, y a Julio Falcioni se le terminan las ideas. Ahora se viene Banfield. ¡Recuerden que esto es Independiente!
