Juan Martín Lucero no está a tono con el buen año goleador previo a su llegada. Más allá de algún partido en el que cumplió, el Gato debe levantar y convencer.
Sus 24 goles en 37 fechas con Defensa y Justicia en la pasada temporada en la B Nacional, que le valieron el título de goleador del campeonato, fueron credenciales suficientes para avalar la apuesta de Independiente para traerlo a Avellaneda. En su primer partido, contra Atlético Rafaela, Lucero tuvo varias chances de marcar y pudo hacer su primer tanto en el Rojo. Sin embargo, pasados diez encuentros -seis de titular- el Gato no volvió a gritar.
A pesar de algunas participaciones interesantes, como ante San Lorenzo -le hicieron el penal y se le debió sancionar otro- el delantero de 22 años está falto de gol y de explosión. Se lo ve muy frágil para disputar las pelotas, y también impreciso con la pelota. Le cuesta jugar de espaldas y disputar las pelotas divididas. Lo mejor, quizás, es su velocidad o capacidad de armarse espacios. Más que nada, de frente al arco. Pero así no le alcanza.
De todos sus gritos en la B Nacional, catorce fueron a un toque, diez dentro del área, cuatro buscando el pase al vacío y cuatro de cabeza entre otras facetas. Ninguno de estos aspectos pareció verse explotado por el ex Defensa en lo que va del semestre, ya que la mayoría de sus contactos con la pelota fueron o lejos del área o de espaldas al arco. Y, cuando tuvo sus -pocas- chances, tampoco tuvo esa solvencia para resolver. A veces, tiene que abusar del traslado para generarse juego. Otras veces, no puede conectarse cuando sus compañeros lo buscan.
“El gol es mi cuenta pendiente”, confesó Lucero en Domínico. Y eso es verdad, ya que fue traído como carta de gol y está muy por debajo de lo que se espera de él en esa faceta. Pero también debe aportar más en ofensiva desde el juego. No está complementándose bien con Claudio Riaño, el otro atacante titular. El ex Boca, de mucho sacrificio, despliegue y capacidad para pivotear y generar juego de espaldas, suele buscar al Gato para asociarse y no encuentra en él una misma devolución -más allá de ese primer encuentro ante Rafaela-.
Y esto no es un concepto errado, ya que el mismo delantero lo reconoció: “Es lindo jugar con otro delantero. Me sentí muy cómodo. Claudio es un gran jugador. Aporta mucha movilidad y aguanta bien la pelota. Me está costando adaptarme a jugar en Primera”. Esta declaración no sólo respalda este concepto, sino que marca que el Gato sabe que tiene más para dar.
Chances no le faltaron. El director técnico, Jorge Almirón, lo usó bastante. Y, en varias ocasiones, el contexto lo favorecía: con Godoy Cruz, por ejemplo, ya que era un partido de ida y vuelta con espacios. En otros casos, como ante Defensa y Justicia, no porque el rival estaba tirado atrás y se necesitaba otras características -como las de Sebastián Penco, que de hecho entró e hizo el gol del empate-. Queda entonces en manos de Lucero poder ser ese punta desequilibrante y goleador que fue el torneo pasado. Ese punta que sea complemento del esfuerzo de Riaño -que, por números y características, no es un anotador nato- para que el Rojo tenga esa dupla con movilidad y goles que hasta ahora tiene a medias.
Matías Pisano, luego de romperla ante Quilmes, se ganó la titularidad -titularidad que luego no defendió por nivel, pero que se ganó por lo que había mostrado antes-. Penco, a base de convertir en sus escasos minutos, es pedido por mucha gente para ser titular o tener más chances. Queda a manos de Lucero, entonces, respaldarse a sí mismo con los números que le sirvieron para llegar a Independiente.
