Llegó como un bombero, como un capitán de tormentas, pero se terminó quemando en el fuego del infierno e inundando en su propio laberinto de incertidumbres. Así fue la llegada de Santoro, así será su salida, porque seguramente, luego del partido con Newell’s, dirá adiós.
Los reproches de sus jugadores, sobre todo de algunos que ni siquiera tendrían que vestir nuestra gloriosa camiseta, la diferencia de edad, el poco diálogo, la pocas ganas de sus dirigidos de querer dar vuelta la historia, la insuficiente hombría de los líderes para hacerles entender a sus compañeros que los trapitos sucios se lavan dentro de la casa, y algunas cosas más, sellaron la idea de Pepé: la de dar un paso al costado. La situación ya era insostenible, insoportable.
Ni siquiera Santoro tuvo la mano para dar vuelta la historia, porque los allegados al técnico plantean que nunca mantuvo fija una postura, que siempre deambuló con ideas vacías y palabras que nadie escuchó. Vayamos con ejemplos: Sosa no iba a ser titular luego de las declaraciones del martes, pero sorpresivamente aparecerá como titular. Gandín no merecería jugar nunca más en Independiente, por inepto y maleducado. Hace semanas atrás disparó contra el DT con munición gruesa, pero Santoro lo convoca. “Ahí tiene su chance, vamos a ver que hace para torcer la historia”, dijo por lo bajo el técnico. Mazzola apenas duró un partido como titular: “Lo voy a quemar”, admitió Santoro. ¿Quemar? ¿Cómo quemar? ¿Cuándo le vamos a dar las chances a los pibes que la gente reconoce por ser del club? Boca y Lanús son el ejemplo, ¿Por qué no le seguimos la idea? Una Cuarta de gran campaña, una Reserva que parece que da sus frutos… En fin, esto es Independiente hoy.
Hay más. Porque si Santoro definitivamente da el paso al costado, no se ilusionen. Fernando Cáceres sería el DT hasta junio, dicen por Avellaneda. ¿No estamos a tiempo de traer un técnico de prestigio, ganador, con títulos? No, esa es la idea parece: seguir hundiéndonos. También se comenta que, a partir de junio, sí traerían un entrenador de renombre. Entonces: ¿Para qué esperar seis meses?
Por lo bajo se filtró un nombre, el de Fernando Redondo, de un gusto futbolístico exquisito, ganador, del paladar de nuestra historia. ¿Pero qué dirigió? ¿Es tiempo de hacer experimentos? ¿Es etapa de seguir probando? La gente sigue esperando respuestas, sigue dando vueltas como una calesita y siempre ve el mismo paisaje: gris, tenebroso y con un horizonte cada vez peor. Y ojo, ahora el que suena con más fuerza es Fernando Gamboa. Que alguien reaccione, nos estamos hundiendo en nuestras propias demencias.
La gente no aguanta más tanto caos, tanto desorden, tanto desgano, tanta falta de actitud y de compromiso. Nadie pone la cara y se hace cargo: ni técnicos, ni jugadores, ni dirigentes. Los treintañeros se agarran la cabeza. Los de 40 se la dan contra la pared. Los mayores de 50 y 60 se la quieren cortar. Y nosotros, la sangre nueva, ya no soportamos más fracasos deportivos.
Gracias y perdón, Pepé. Los ídolos no se manchan, pero en este club, parece que la historia sí.
