Un equipo sin alma que no lo respalda, una dirigencia que no le ha cumplido nada de lo que le ha prometido, y una insólita cantidad de errores tácticos y caprichos, preanuncian un final inevitable.
Vino al rojo y le dio una bocanada de aire al alicaído presente de Independiente, pero en pocos meses concateno una enorme cantidad de horrores tácticos que lo pusieron en el ojo de la tormenta.
Un equipo que se arrastra en la cancha, con jugadores que están más cerca del retiro que otra cosa, caprichos inexplicables, un mercado de pases horroroso, y resultados que manchan la historia del Club.
Por todo eso, y otras tantas cosas obscuras, es que Eduardo Domínguez tiene los días contados en su cargo. Los que lo conocen lo ven solo, como anestesiado. Se ha quedado sin el respaldo de los referentes, los mas chicos se sienten manoseados, y los refuerzo que el mismo pidió, no parecen estar a la altura.
Hoy, quizás, era la oportunidad para cerrar un ciclo y permitirle a Independiente buscar otro camino, el partido con Racing es, claramente, su última chance de cambiar una historia que parece terminada.
