Milito, más capitán que nunca, guió a su equipo antes, durante y después del partido en cada paso. Y en medio de este clima de locura se permitió festejar su cumple con un buen triunfo.
Todos sus seguidores y fieles fanáticos han pensado durante todo el día de hoy que Gabriel Milito alcanzaba la barrera de los 31 abriles. Que hubiese sido maravilloso para él y para todos los hinchas del Rojo que el festejo de la noche del miércoles hubiese tenido otra actualidad.
Su llegada fue un obsequio al fútbol argentino y un sueño hecho realidad para los socios y simpatizantes del Rojo. Su presencia y calidad lo enaltecen y caracterizan. Sin embargo, una adaptación lenta al fútbol sudamericano le provocaron un par de malos tragos y aparejado con ello una situación ardiente e inevitable.
La salida del Turco, la supuesta discusión con Comparada en el vestuario y el repudio a un plantel que no pudo darle ninguna alegría importante en el último semestre al hincha del Rojo, son las aristas de un regreso que el Mariscal no se esperó tener que atravesar.
Sin embargo, en el día de su cumpleaños y jugando en medio de una división bien marcada entre barras e hinchas y con el miedo latente de la provocación, Milito fue el guía. Coordinó la salida del equipo a la cancha. Comenzó el abrazo de la foto que no sale en ningún lado y decidió la unión del plantel por sobre todas las cosas, Amén.
Tuvo un buen desempeño y con la ayudita de Cristian Pellerano y Pablo Cantero de San Martín de San Juan, pudo cerrar su cumple 31 con una victoria tan esperada como anhelada, tan trabajada como estudiada tan importante e indispensable como el agua.
Además, mientras en las tribunas se odiaban entre socios y barras (hasta cuándo harán lo que quieren) demostrando la división social que sufre el club, Milito se puso las críticas sobre sus espaldas para demostrar a sus compañeros que el Capitán absorbe todo los problemas y que ellos sólo deben jugar.
Es verdad, todavía le falta adaptación al fútbol sudamericano, pero clase tiene y entrega, le sobra. ¡Salud Mariscal! Por los éxitos.
