Silvio Romero volvió a tener un nivel bajo ante Newell’s.
Sin alma y sin actitud, Independiente perdió tibiamente ante uno de los peores Newell’s que se hayan visto jamás. Tuvo situaciones en el primer tiempo (más por errores del rival que por mérito propio), y en el segundo desapareció, incluso con la ventaja numérica tras la expulsión de Marco Campagnaro.
En el medio (o mejor dicho, arriba), se encuentra Silvio Romero, ese futbolista con exigencias de un futbolista de élite que no actúa como tal. El Chino está apático, quieto y quedado. Al equipo se lo nota roto, y él tampoco ayuda desde su parte para torcer el rumbo. ¿Por qué la cinta está en su brazo, entonces?
Durante el cotejo, el artillero de 33 años apenas tuvo dos tiros, de los cuales uno se fue afuera y el otro fue bloqueado. El primero de ellos, valga la aclaración, fue un claro mano a mano, que no se entiende cómo no entró. Luego, dio apenas doce pases, de los cuales acertó diez, y en el segundo tiempo desapareció por completo.
Fue tan flojo su nivel que, desde el banco, su salida fue uno de los primeros cambios pensados, pero el propio delantero pidió que no se lo sacara. El que terminó saliendo, por su parte, fue Alan Soñora, de mejor partido que él. ¿Por qué los platos rotos los paga un chico salido de Villa Domínico?
Lo cierto es que el capitán debe, entre otras cosas, sacar adelante al equipo. Cuando el resto está abajo, tiene que hacer la diferencia y levantarles la cabeza, mostrarles el camino y llevarlos, y está más cerca Juan Insaurralde que él. Hoy, Independiente tiene un equipo sin alma y sin ganas, y un líder que tampoco logra revertirlo.
