Independiente derrotó a Racing en el estadio Libertadores de América por 2 a 1. Los gritos fueron de Penco y Mancuello dando vuelta un resultado que comenzó en desventaja. ¡¡Volvió Papá y la historia se volvió a repetir. El Rojo es Dueño de Avellaneda!!
Nervios. Ilusión. Ansiedad. Un clima exacto para la magnitud del clásico de Avellaneda. Sí, después de la temporada pasada, Independiente volvía a recibir a Racing en su estadio y la gente lo colmó. Se ubicó en cada rincón dispuesta a disfrutar de lo que fue. Una fiesta.
Fiesta que comenzó complicada. Independiente intentaba tener la pelota, pero lejos del arco de Saja y Racing apuntaba a la velocidad de sus delanteros. Así fue que la primera fue un remate que se muy lejano por parte de Federico Mancuello y en el primer empuje importante del visitante llegó la apertura del marcador.
Sí, pelotazo a la espalda de Escudero, de flojísimo nivel, un cambio de frente para la subida por derecha de Centurión que le ganó bien al Droopy Gómez y lo habilitó a Diego Milito para que quede mano a mano con Diego Rodríguez. El Ruso no pudo hacer nada, porque el hermano de Gaby dominó bien y definió mejor. A los 13 Racing se ponía 1-0.
Fue un duro golpe para todos. Independiente tuvo que reaccionar rápido. Exactamente comenzó a empujar a los 20 minutos y cuatro más tarde llegó la igualdad. La modalidad fue mediante la pelota parada. Sí, tras un gran centro a la boca del área chica por parte de Mancuello, apareció Sebastián Penco que se tiró con su pie zurdo, desvió y le ganó a Saja. Así, desató una locura en todos. Motoneta se anotaba por segunda vez consecutiva en el marcador.
Con la igualdad el Rojo siguió manejando la pelota. Le faltaba profundidad. Sin embargo, en una la encontró y marcó la diferencia. A los 26 recibió Penco, descargó en el Droopy que de primera la depositó en Daniel Montenegro. El Rolfi, dominó y metió un centro al punto del penal. Saja salió apresurado y Mancuello le ganó con su zurda. El grito, el abrazo y la locura fue inmensa. Jugadores, cuerpo técnico y ni qué hablar el hincha. El Rojo con ese envión se puso 2-1 y desató la locura total.
Se daban así los mismos goleadores del encuentro en Bahía Blanca contra Olimpo. A partir de ahí los nervios se mudaron. Los jugadores de Racing vieron como en un par de minutos Independiente pasó al frente y estaba mejor. Sin embargo, los errores de Escudero, la falta de precisión en tres cuartos de cancha y el empuje del rival hicieron que el Rojo cada vez se metiera más atrás.
Así Racing, sin quererlo contó con algunas chances, pero no muy firmes. El Ruso Rodríguez tapó un buen remate de media distancia y tuvo que salir a cortar algunos centros. Lo cierto es que así se fue la primera etapa.
Ya en el complemento, el Rojo se dedicó a defender y a apostar de contra. Almirón por momentos intentaba sacar al equipo del fondo, pero se notó que sus decisiones eran para defender el resultado. La lesión de Federico Mancuello le complicó el último cambio, porque su idea era ingresar a Pizzini y junto con Pisano aprovechar su velocidad, pero tuvo que armar línea de cuatro con Figal.
Pisano no entró bien y, en contraposición, el Rolfi, quien salió para que ingrese el Enano, era el jugador más claro y quien podía parar la pelota. Así Independiente perdió el pensante. Era un descontrol. Racing apretaba cada vez más a base de pelotas paradas, porque tampoco tenías ideas claras para atacar. Aparte, en cada contra sufría. Independiente tuvo en la cabeza de Tula, en un gran tiro libre de Mancuello que dio en el palo y en un mano a mano de Penco la posibilidad de estirara la ventaja, pero terminó apretado.
Lo cierto es que los clásicos se ganan y así fue. El Rojo no pudo aprovechar los espacios en la defensa de Racing, pero la Academia tampoco pudo sacarle rédito a todo el espacio que le cedió el Rojo. Una vez más, Independiente ganó con la camiseta. Una vez más, se volvió a dar. Es una sana costumbre y claro, el barrio tiene un dueño y ese es el Glorioso Rey de Copas.
