Un día como hoy pero de 2005, Independiente le dio una clase de fútbol a Racing que Sergio Agüero cerró con un golazo de su propia autoría.
Domingo 11 de septiembre de 2005, día del maestro. Independiente y Racing se volvían a ver las caras en la vieja y mística Doble Visera, con Julio César Falcioni de un lado y Guillermo Rivarola del otro. En el campo, el Rojo contaba con algunas figuras como Sergio Agüero y Nicolás Frutos que esa tarde iban a hacer lo que querían.
El duelo iba a tardar en romperse, hasta que un córner fue la clave. Pasados los 30 minutos, Lucas Biglia envió un centro que Marcelo Méndez conectó de cabeza ante la salida en falso de Gustavo Campagnuolo. En la línea, Juan Torres frenó la pelota con la mano, por lo que Sergio Pezzotta se vio obligado a cobrar la pena máxima y expulsar al jugador. Desde los doce pasos, Nicolás Frutos no perdonó y puso en ventaja al más grande.
La primera parte iba a culminar 1-0 para que, en el complemento, suceda lo mejor. De arranque, Biglia envió otro córner desde la derecha para que esta vez cabecee el santafesino de 1,93 contra el palo y decrete el 2-0. A los once de la segunda parte, el Rojo ya empezaba a sentenciar una historia que iba a terminar siendo peor que una pesadilla para Racing.
Es que, en la cancha, estaba Sergio Agüero, que a sus entonces jóvenes 17 años ya disfrutaba bailando a los rivales. A los 30 minutos, cuando se quiso escapar por la derecha, Gustavo Cabral lo tomó del brazo y el árbitro dio otro penal. Frutos, otra vez con mucha categoría, marcó su triplete y terminó de hundir a la Academia.
Pero faltaba más, la frutilla del postre, la marca registrada del Kun. Cuando el clásico se moría con el 3-0, Martín Pautasso despejó y Agüero mató la pelota con mucha simpleza. Acto seguido, dejó en el camino a Martín Vitali y empezó a recorrer lo que quedaba de la cancha. Llegando al área, encaró a Diego Crosa: primero enganchó para afuera, luego para adentro, y luego lo volvió a hacer para afuera. Cuando el defensor quedó mareado, definió cruzado y bajo al segundo palo, imposible para Campagnuolo. Acto seguido, el Kun se sacó la camiseta para homenajear a Emiliano Molina, quien había fallecido casi tres meses antes y con quién había compartido las divisiones inferiores.
Cuando Pezzota por fin pitó el cierre del partido, Independiente goleó 4-0 a Racing. Con tres de Frutos y uno de Agüero, los entonces dirigidos por Falcioni bailaron a la Academia, cuyo DT estaba en la cuerda floja y poco después terminó renunciando. Lo único clásico que hay en Avellaneda, después de todo, es que el más grande golee al más chico.