Por lucha y por Batallini, Independiente se quedó con un triunfo trabajado ante Banfield por la mínima diferencia. No pudo aprovechar el hombre de más, pero volvió a ganar gracias a uno de sus jugadores más sacrificados del semestre.
Fue eso. Y nada más. Independiente rompió la racha de tres fechas de sequía de victorias ante Banfield por su batalla y por Batallini. El Rojo luchó mucho más de lo que jugó y tuvo en el ex Argentinos Juniors al jugador más sacrificado que se llevó el premio con el único gol de un partido muy discreto si de fútbol se habla.
De juego, casi nada. El local, esta vez planteado en un 4-2-3-1 por Julio Falcioni, con Juanito Cazares detrás de Leandro Benegas y escoltado por Damián Batallini y Leandro Fernández, no pudo sostener la intensidad que exhibió en el primer cuarto de hora. En esos minutos iniciales, Independiente acorraló a la visita. Fernández se mostró como el más vertical y contó con dos remates que hicieron lucir a Cambeses.
Algunas filtraciones o intentos de pases filtrados del ecuatoriano fueron otras apostillas de una tarde-noche pálida en el Ricardo Bochini. Pero cuando la circulación de la pelota no fluye y todo se hace más engorroso, habrá un siempre para la batalla. El duelo se hizo trabado y el Diablo no le escapó a ese tipo de roce. Fue feo para el espectáculo, claro.
Porque Banfield tampoco proponía nada vistoso y le costaba muchísimo llegar al arco de Milton Alvarez. Y los dueños de casa se fueron esfumando con el correr del tiempo, aunque quedó la insistencia. Sobre todo, de Batallini, un futbolista que después de una llegada turbulenta al club, pudo acomodarse y empezar a demostrar otra cara.
Hubo un punto de inflexión. Esa situación en la que le tocó ser reemplazado, salió caliente, se sacó la camiseta y la tiró en el piso de mala gana. Ese gesto muy poco feliz enfureció a los hinchas. Debió pedir perdón públicamente. Desde allí, algo cambió para él. Como si se hubiera propuesto remontar su imagen manchada con esfuerzo y entrega sobre el césped. Así lo hizo.
Si bien el abanderado de lo poco bueno que hizo Independiente en este año paupérrimo es sin dudas Leandro Fernández, Batallini se ganó un lugar en el podio. Ojo, se insiste: siempre dentro del contexto opaco que todo el equipo tuvo y viene teniendo en 2022. Pero Batallini no se dio por vencido. Bajó la cabeza tras sus disculpas y se dedicó a jugar al fútbol. Por momentos lo hizo bien y la gente se lo reconoció.
Y su gol, el del triunfo ante Banfield, fue un premio a eso: a la perseverancia, a redoblar la apuesta, a querer dar vuelta la cosa. Batallini fue uno de los beneficiados por el cambio de esquema de Falcioni. Cuando Julio cambió y dispuso el 4-4-2 que le dio resultado, Batallini se ubicó como volante externo, generalmente por la derecha, con llegada. Se sintió cómodo. También cuando le tocó ir por el otro costado presentó un buen nivel.
Por afuera aporta desborde, pero también diagonales que le permiten buscar el arco con algún remate de media distancia. Contra el Taladro, estuvo en el lugar indicado en el momento indicado para recibir ese balón y definir preciso ante Cambeces. Espera eterna del chequeo del VAR mediante, Batallini gritó su tercer gol con la camiseta de Independiente.
La cuestión ahora será ver si ahora que logró superar la adaptación a un grande, seguirá o tendrá que volver. Se termina su préstamo y su opción de compra es de 2 millones de dólares, cifra elevada para este Independiente de billetera flaca. Por lo pronto, él se permite disfrutar de un mimo al menos. Un gol y el regreso al triunfo. Un galardón que sabe a insuficiente, pero que vale la pena destacar entre tanta malaria.
