Independiente tiene serios inconvenientes cuando el rival se repliega atrás, y deja pasar puntos que lo podrían dejar mejor posicionado. ¡Mirá!
El lunes, en el Libertadores de América, se vio algo que se viene dando seguido con Independiente. Una vez que Lanús llegó al 1-0 con un futbolista menos, el resto era totalmente previsible. Desde que el Granate iba a apostar a replegarse y salir de contra, era de esperarse que al Rojo le cueste, porque no es la primera vez.
Las veces que el más grande sumó de a tres, por lo general, fue con rivales que salieron a buscar, como Racing, Colón, Patronato y Rosario Central. Con Estudiantes, si bien se llevó los tres puntos, fue una victoria muy trabajada, donde tampoco lo sometió pero pudo llegar al gol.
Luego, con rivales de más juego defensivo, siempre le costó. Cuando Platense apostó a defenderse, cuando Atlético Tucumán hizo lo mismo y, finalmente, Lanús jugó a eso, Independiente no logró llegar en profundidad. Sin arriesgar la pelota, casi siempre intentó ingresar a los pases, y pocas veces lo logró. El centro, que es la mejor vía para lastimar en estas ocasiones, fue un recurso poco utilizado.
Es raro que esto suceda teniendo en cuenta dos cuestiones: La primera, que Julio Falcioni sabe muy bien cómo ganar estos partidos, y la segunda que el único triunfo ante un rival defensivo, fue justamente gracias a un centro. Ese duelo tendría que haber dado la pauta de cómo triunfar en estas ocasiones, y pareciera que lejos estuvo de hacerlo.
Cada vez que Independiente debe dar un paso adelante y someter a un rival que se le repliega, no lo hace. Controla la pelota, toca y es protagonista, pero sin profundidad. Sin remates lejanos, sin centros, solo intenta ingresar y hacer lo imposible, lo que justamente espera el adversario. Si el Rojo quiere ser un serio candidato para salir campeón, debe corregir esto, porque Lanús no fue el primer rival ni será el último en aguantar un resultado atrás.
