Independiente vuelve este domingo a Buenos Aires y hubo dirigentes que exacerbaron su bronca con la logística de la semana en Mendoza.
Está más que claro que no fue una semana alegre para Independiente, con la derrota ante Lanús, la eliminación de la Copa Argentina ante Atlético de Tucumán y la caída con Godoy Cruz. Pero si el clima previo no era el mejor, las 3 caídas exacerbaron las molestias de algunos dirigentes con respecto al armado de la logística del viaje a Mendoza.
Antes del viaje a Mendoza, fueron varios los dirigentes que alzaron la voz ante la diagramación de la logística. La delegación, de 50 personas, incluía a jugadores que no iban a poder ser de la partida – Nicolás Figal, suspendido; Gastón Silva, aún sin habilitar; Francisco Pizzini, todavía en recuperación; incluso Damián Albil, tercer arquero – y encarecía un presupuesto que contemplaba traslado y estadía en la provincia cuyana. En otro momento, tal cual sugirieron, hubiesen realizado 2 viajes y con una delegación aún más acotada.
Fue Pablo Moyano el que ordenó atender los requerimientos del técnico para no generar un mal clima. Claro está, varios de esos dirigentes que habían levantado estos reparos se sintieron desautorizados. El hijo del presidente, está más que claro, es el único interlocutor que el DT tiene en la dirigencia. Y la bronca se evidenció aún más tras las 2 caídas consecutivas, cuando los cuestionamientos comenzaron a direccionarse también hacia lo netamente futbolístico.
