Connect with us

Una enfermedad terminante

sincancha

La realidad golpea duro, sacude la mandíbula, la amasija y la vuelve a medir, dándole otro golpe que deja la historia grogui, presa de un presente oscuro y omnipotente, que parece alzarse con furia contra este Independiente inmerso en la podredumbre.

El fútbol, allá a lo lejos se ríe deshojando la margarita: “¿Vuelvo o no vuelvo?”, se pregunta mientras nos mira y larga una carcajada retumbante. Las copas nos observan de reojo, preguntándole a la gloria si somos los mismos. Nos notan avejentados, descoloridos, con un paladar diferente, luchando contra un cáncer dirigencial, una enfermedad de moda en el fútbol argentino. La última visita al Doctor Felicidad, también arrojó un Alzheimer de la mística, que nos degrada de a poco y nos deja deambulando cada fin de semana, despegados de la alegría de ver a un equipo que regale al menos “algo” que festejar.

El corazón late despacio, con tanta pausa que asusta. Es que los latidos andan buscando un poco de oxígeno. Las arterias están cansadas de tanto aire viciado, de tanta contaminación que sigue plagando los pasillos del club con un cosmos peligroso, que invita a darse un sopapo para despabilarse de una modorra que asusta y estremece.
La desolación pasea por la sede, saluda como si nada. Ella se hizo amiga de la amnesia y juntas deambulan coqueteando, tratando de escuchar qué cosa hiere al hincha rojo para luego sacar tajada y motivar la hemorragia. El pulso corre lento, salta, se acelera, se interrumpe. Le falta un golpe eléctrico que motive la esperanza de volver a ser, pero no, la decadencia impide que el electroshock venga al rescate. La improducción progresa y la polución va por más. El sigamos creciendo hace referencia al hazmerreír, ese que provoca la actuación de nuestro equipo, que da pasos agigantados fecha tras fecha y nos circunda presos de un virus terminante.

¿A quién le importa? Nadie sabe. El hincha sólo sabe que la enfermedad termina produciéndose en su ser, mientras los padres de la criatura miran para otro lado y siguen alimentado las falsas promesas. El volver a ser se fuga y la persecución con la gloria se hace kilométrica. Mientras tanto, el papelón está a la vuelta de la esquina, y mientras gatea se revuelca de placer: ya nos tiene ahí, reclusos de este mal fulminante. Que alguien se haga cargo. Un médico a la derecha, un gobierno transparente a la izquierda y un equipo de hombres al frente.

En el nombre de la gloria, de la mística, del campeonato y las copas: amén.

Abrazo de dolor… de esperanza

Actualidad

¿Quita de puntos?

Actualidad

Ramón Díaz: “Nunca nos dieron bola”

Actualidad

“Racing es mi vida”

Actualidad

Advertisement
Connect