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Una luz de salida entre tanta oscuridad

La reciente sentencia judicial permite ver una salida a un laberinto interminable. Es un guiño a la democracia y al pedido desesperado que los hinchas de Independiente vienen haciendo en cada partido.

La reciente sentencia judicial permite ver una salida a un laberinto interminable. Es un guiño a la democracia y al pedido desesperado que los hinchas de Independiente vienen haciendo en cada partido.

Desde hace más de siete meses, Independiente quedó atrapado en la red de las miserias de la política. La crisis tiene un fondo cada vez más profundo y se hace eterna. Sin embargo, el reciente fallo de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Lomas de Zamora encendió una luz al final del túnel. Una salida a este laberinto del terror en el que metieron al club aquellos que se creen más relevantes que el glorioso escudo del CAI.

La sentencia que habilita a la lista opositora encabezada por Fabián Doman y le exige a la dirigencia actual comandada por Hugo Moyano que reanude el proceso electoral es un guiño a favor de la democracia. Es un guiño al pedido desesperado y enérgico que los socios y los hinchas viene haciendo en cada partido de local: “¡Llamá a elecciones la p… que te parió!”.

Esa es la principal necesidad de la gente del Rojo: votar, elegir libre y democráticamente a quienes quiera que gobiernen la institución. Nadie puede ser el dueño de los votos. Nadie puede manejar las urnas. Mucho menos la voluntad de la masa societaria de un club social y deportivo. Los socios son los verdaderos dueños de Independiente. Y ellos son los que le bajarán el martillo a quien no merezca representarlos y le entregarán esa responsabilidad a quien consideren que sea el indicado.

Lo que no se debe permitir bajo ninguna circunstancia es que ese derecho a elegir se vea impedido, por cualquier razón. No existe argumento alguno que pueda voltear una elección libre y democrática para el normal funcionamiento del club.

Todo lo ocurrido en el último tiempo en Independente está muy lejos de la normalidad. Y así están las cosas. La renuncia de Eduardo Domínguez, sin respuestas futbolísticas, pero cautivo de un contexto en el que las promesas dirigenciales se transformaron casi en una tomada de pelo, no hace otra cosa que dejar al desnudo un resultado negativo más de un mal funcionamiento institucional. Porque lo que ocurra en el fútbol, al cabo, no es otra cosa que una consecuencia de cómo está el club.

El pedido a gritos de los hinchas, de los asociados, fue escuchado al fin. La justicia le hizo un guiño a la democracia y determinó que habrá elecciones con las tres listas originales habilitadas a participar. Y en este presente de imperiosa necesidad de normalización estructural vale más que un clásico y que un título.

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