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Leandro

Una perla en medio del barro

Leandro

El golazo descolocado de Leandro Fernández pudo haber servido para despertar a un Independiente dormido. Pero la ilusión duró apenas cuatro minutos y el Rojo otra vez se hundió en una mediocridad alarmante.

Navegaba entre aguas empantanadas este Independiente que parece no tener remedio a la vista para su irregularidad desesperante que ya trasciende entrenadores fijos e interinos. Y mientras transitaba sin sentido alguno el partido con Huracán de local, alguien de pronto tuvo un momento de lucidez. Leandro Fernández, de lo mejorcito que viene teniendo el equipo dentro de la mediocridad constante, se inspiró y clavó un golazo descolocado del contexto. Pero fue eso y nada más. Una perla en medio del barro que brilló y calló los murmullos por unos minutos. Pero la luz apenas duró 4 minutos porque Independiente se volvió a apagar cuando el Globo se lo empató de pelota parada.

Todo fue mérito de Fernández. El hombre de cabellera cual cepillo platinado la luchó en la mitad de la cancha con Federico Fattori, pareció perderla, pero lo auxilió Lucas Romero para devolvérsela. El delantero aprovechó el espacio detrás de los volantes quemeros y recorrió unos metros libre pensándo su decisión. Vio el hueco y no lo dudó: sacó un zurdazo cruzado que se le metió a Lucas Chaves contra un palo.

El golazo pudo haber servido para despabilar a un Independiente inmerso en un profundo sueño. Sin embargo, no hubo efecto contagio. El remate perfecto de Leandro no sirvió como sacudón para sacar del letargo a un plantel que parece no terminar de entrar en calor nunca. El partidazo con goleada incluida en Santa Fe fue otra flor en el pantano. Tampoco se capitalizó todo lo bueno hecho en ese 3-0 para intentar prolongar una buena racha en el tiempo. Llegó hasta el primer tiempo con River y después, de nuevo a la pobre realidad futbolística de un equipo sin reacción, ni ideas, ni empuje.

Julio Falcioni buscó mayor amplitud y profundidad con el cambio de esquema. Dispuso un 4-3-3 a diferencia del 4-4-2 que implementó en sus primeras presentaciones de este tercer ciclo. Pero no hubo caso. El Diablo no aprovechó los costados para centrar ni fue vertical. El ingreso de Iván Marcone no marcó diferencias en la conducción por el círculo central. Reubicar al Perro Romero como interior derecho, donde supo rendir con Eduardo Domínguez, esta vez no fue una solución. Y las buenas intenciones de Alan Soñora y sus destellos de calidad tampoco fueron suficientes.

Independiente no se impuso desde el juego y tampoco desde el carácter ante un Huracán que sabe muy bien lo que quiere y que ha encontrado una identidad de la mano de Diego Dabove. Así y todo, el Globo tampoco fue dominador absoluto aunque sí contó con mayores segmentos de control y, por consecuencia, pisó más veces el área de Milton Alvarez, que debió sacar un cabezazo de Cóccaro imposible. Y que siguió con la mirada el tiro en el palo de Franco Cristaldo en el primer tiempo.

A diferencia de Independiente, en el que nadie asume la responsabilidad de ser el eje, la visita tuvo en Cristaldo a su timón. A su ritmo se jugó en gran parte del encuentro. El volante manejó los tiempos y fue la figura ante un Rojo inofensivo que no pudo aproximarse al arco de enfrente de manera seria en toda la noche del martes.

Con Domínguez o con Falcioni, entrenadores de estilos opuestos, Independiente es más de lo mismo. El Emperador, por más quejas al aire que pueda tirar para el lado del mánager saliente, sabía exactamente dónde volvía porque el panorama no cambió absolutamente en nada ocho meses después de su alejamiento en diciembre de 2021. No hay excusas, aunque no mienta en sus afirmaciones.

La realidad, lamentablemente, viene siendo la misma desde hace años. El material disponible en el plantel decae de la mano de la crisis económica e institucional. Y el que acepte dirigir a Independiente entiende muy bien dónde se mete. Y debe obrar en consecuencia. Falcioni recién arranca y en este inicio por ahora no obtiene buenas señales de sus muchachos sobre el campo de juego. Apenas un ratito de lucidez, apenas un golazo que no pudo aferrarse a otras respuestas futbolísticas para que valiera la pena. Apenas una perla tapada entre tanto fango.

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