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Una pirateada

En un partido sumamente reñido desde el juego y la tenencia de la pelota, Independiente perdió 1-2 con Belgrano de Córdoba. El equipo de Jorge Almirón realizó un buen primer tiempo pero luego se encastró en la estrategia vehemente del rival y se quedó rápidamente sin ideas ni variantes.

En un partido sumamente reñido desde el juego y la tenencia de la pelota, Independiente perdió 1-2 con Belgrano de Córdoba. El equipo de Jorge Almirón realizó un buen primer tiempo pero luego se encastró en la estrategia vehemente del rival y se quedó rápidamente sin ideas ni variantes.

Fue un partido extraño. Hasta los 35 minutos Independiente hizo un gran partido. Mostró variantes en ataque, tocó con criterio. Tuvo cambio de ritmo y dinámica. Jugó por el piso y fue más que su rival aunque sólo logró plasmarlo en el marcador gracias al gran gol de Federico Mancuello, de tiro libre, a los 21 minutos.

Sí hay que señalar que la contra de esos minutos de Independiente fue justamente en ataque. No es una contradicción. Para nada. Es que el equipo hasta tres cuartos de cancha llegaba con claridad, creciendo cada metro gracias al manejo correcto del balón. Sin embargo, tanto Valencia como Albertengo no lograron en ningún momento entrar con criterio en el circuito de juego. Y eso, el equipo lo sintió.

Lo cierto es que el Rojo ganaba y lo fundamentaba a cada minuto. Hasta que Valencia perdió una pelota en mitad de cancha, Belgrano salió de contra y Tagliafico revoleó al lateral una pelota con destino de empate.

Iban 37 minutos cuando Escudero, el ex Rojo, hace el lateral directo al área. Allí saltó el uruguayo Diego Rodríguez para anticiparse, pero su cabezazo salió para el centro del área. Aguilera perdió la marca y fue Rigoni el que con un zurdazo ajustició al Ruso.

Belgrano se encontraba con el empate y cambiaba todo el partido. Independiente sintió el golpe. Estaba jugando mejor y ganaba bien. Le faltaba contundencia y presencia en sus delanteros, pero era más que su rival.

Lo cierto es que la paridad en el resultado se mantuvo hasta el final del primer tiempo. Una mezcla de aplausos y silbidos fue protagonista de la salida del equipo.

En el complemento el rendimiento fue dispar otra vez. En defensa, ante cada contra de Belgrano el equipo sucumbía y en ataque carecía de peso. En definitiva, parecía ganar el mediocampo, pero no podía dañar. Almirón metió mano en el banco de suplentes, pero Graciani no logró cambiar con su ingreso la realidad.

Para colmo, a los 30 minutos en una jugada aislada entre Tagliafico y Aguilera se hicieron un nudo y el central terminó cometiendo un penal inocente. Pena máxima que el Chiqui Pérez cambió por gol con un gran remate.

Independiente se volvió loco. Se desordenó completamente y fue en busca de algo por lo que se acordó tarde. Lamentablemente esta vez el tiro del final no le salió. Lo tuvo Graciani, Benítez y hasta Mancuello, pero ninguno logró igualar.

La derrota culminó en una gran lluvia de silbidos y muestras de reprobación. Esta vez, mucha gente se volcó contra los jugadores porque no demostraron rebeldía, ni la actitud necesaria para  doblegar la situación.

Para la semana habrá que trabajar lo anímico, la confianza en los jugadores y en la manera de atacar. También en la de defender, pero sobre todo, en la imperiosa necesidad de lograr regularidad en el rendimiento y en el resultado.

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