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Una semana totalmente negativa

Independiente cayó con Huracán, Lanús y Boca, y no solo perdió la Sudamericana sino que también quedó muy relegado en la Copa Maradona.

Otra vez, y como casi todo el año, son días difíciles en Independiente. Un plantel diezmado, un cuerpo técnico improvisado y un mánager cuya labor aún se desconoce, parecen desorientados, como si no supieran qué hacer o a dónde hay que ir. Hoy, el Rojo está a la deriva, un panorama que “pintaba distinto” antes del partido con Huracán.

Esto último no es casualidad. Antes de enfrentar al Globo, las expectativas eran altas. Se sabía de antemano que los encuentros con Boca y River serían duros, pero había esperanza con los de Parque Patricios, Arsenal y Argentinos. Con Lanús, por su parte, el empate conseguido en la Fortaleza daba señales de una posible clasificación. ¿El desenlace? Peor que un simple mal trago.

El Rey de Copas cayó con los dirigidos por Israel Damonte en el Tomás Adolfo Ducó por 3-2 en un partido que ganaba 2-0. La derrota generó bronca, pero se entendió que había sido con suplentes, con uno menos y que el objetivo era otro. No hubo tanto lugar para la bronca cuando la mentalidad estaba puesta en el encuentro con el Granate.

Sin embargo, con los del Sur se desnudaron todas las falencias de un equipo inexperto. Una defensa endeble, un mediocampo flojo y un ataque donde uno solo encaraba e intentaba jugar, desembocaron en una estrepitosa caída 3-1, donde el descuento se debió más a la rebeldía de Andrés Roa que a una jugada bien hilvanada. En ese encuentro, se notó la diferencia entre un equipo bien armado y otro en plena formación.

El coletazo de aquella caída fue fuerte. Los reproches hacia Lucas Pusineri, la mayoría de los jugadores y la dirigencia se reprodujeron de forma exponencial, como si se tratara de una insoportable cadena. El Diablo había perdido una chance clara de jugar copas internacionales en 2021 y los hinchas no lo soportaron. Pero no terminó acá.

Con Boca había una posibilidad inigualable de buscar algo de calma y alivio. Independiente recibía a un Xeneize alternativo debido a que ellos deben enfrentar a Racing por la Libertadores y tenía la posibilidad de conseguir un triunfo que lo encamine en la Copa Maradona y lo deje bien parado para lo que le sigue. Lejos de darse, el Rojo perdió por 2-1 un encuentro que ganaba 1-0 y no lo supo definir, y otra vez las críticas cayeron por doquier, sin discriminar entre jugadores, cuerpo técnico y dirigentes.

Tres partidos, solo tres partidos, desnudaron todo lo hecho en los últimos años. Un entrenador que, con poca experiencia, debe rebuscársela con un plantel donde apenas casi le da para armar un equipo titular. Si se lesiona alguno de los que juegan siempre, debe subir alguien de las inferiores. ¿Por qué? Porque se fueron jugadores como Nicolás Figal, Nicolás Domingo, Pablo Pérez, Cecilio Domínguez, Martín Campaña. Juan Sánchez Miño, Gastón Silva y Leandro Fernández, entre otros, y apenas llegaron Federico Martínez, Sebastián Sosa, Lucas Rodríguez y Ezequiel Muñoz, de los cuales el último se lesionó.

¿Qué pasa en el medio, entonces? ¿Qué sucede con ese apoyo del que tanto hablan los dirigentes hacia Lucas Pusineri? ¿Acaso apoyar a alguien es solo un juego de palabras? Hoy pareciera que si, que eso solo significa hablar bien en los medios, que el manejo dentro del club no interesa tanto. No es novedad, de hecho ni siquiera el propio Hugo Moyano aparece para dar la cara por el presente de la institución. Mientras tanto, Independiente se desangra cada día más, y el único que sufre es el hincha.

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