Julio Comparada y César Menotti fueron los apuntados por algunos socios. Daniel Garnero también se llevó sus votos. Los jugadores no pasaron desapercibidos. “Todos juntos”, sintetizó un hincha que se retiraba de la platea Erico, apesadumbrado y refregándose los ojos, al termino del desastre que protagonizaron Independiente y Quilmes. ¿Quién tiene la razón? Todos, en su justa medida, han sabido identificar a los culpables de este penoso andar de Independiente en el Apertura. Vayamos por partes.
Puede sonar reiterativo (y no por esto deja de ser cierto), pero la conformación de este equipo (consecuencia de haber desarmado el conjunto que supo clasificar a la Copa Sudamericana) y la elección del cuerpo técnico, les corresponde tanto a la Comisión Directiva como al manager. El “proyecto” suma, al día de hoy, 3 puntos de 18 en juego en el torneo local y una clasificación costosa, por la Copa Sudamericana, ante un rival que se esmera por jugar aún peor que el Rojo.
El director técnico tiene su cuota de responsabilidad, puesto que es quien elige los jugadores que salen a la cancha. Eduardo Tuzzio es central y juega de lateral por la derecha. Fernando Godoy es volante central y juega en el carril derecho. Lucas Mareque es marcador de punta y, al menos con Quilmes, nadie entendió de que jugó. No sólo eso, al no definir una posición clara confunde al resto de sus compañeros y ninguno termina sabiendo quién debe hacer los relevos cuando el lateral/carrilero/volante/enganche/delantero se proyecta. Dos delanteros de punta y ningún jugador que llegue por las bandas para abastecerlos. En resumen, Independiente sale a la cancha con tres número 2, dos número 3, dos número 5, dos número 9 y más que un equipo parece un número telefónico. Le falta salir con dos arqueros y estamos hechos.
Por último, los jugadores, quienes son los principales protagonistas, no terminan redondeando una buena actuación, en parte debido a la confusión general que atraviesa el equipo, donde nadie sabe de qué juega, y también a falencias individuales. Hay errores que sólo pueden explicarse con una preocupante desconcentración. Pases a los rivales, pelotas paradas desperdiciadas hasta el hartazgo, ni una jugada clara en 90 minutos de juego.
El aire que dio la clasificación a la próxima ronda en la Copa Sudamericana, duró lo que una bocanada, y el clima que se vive está bastante denso. Hay que respirar con fuerza y no cerrar los ojos, a sabiendas que partidos como los del domingo den ganas de cerrarlos, no abrirlos más y que no duela tanto.
