Independiente jugaba un muy buen partido contra Vélez. Controlaba, atacaba y lastimaba. y hasta llegó a la apertura del marcador, algo que verdaderamente cuesta. Parecía un triunfo tranquilo, la visita a duras penas generaba peligro y los de Ariel Holan jugaban en tal zona de confort que ni necesitó aprovechar las situaciones que tuvo para aumentar la ventaja. Y lamentablemente, de manera insólita, otra vez se escapó.
Era un partido, si se quiere, fácil. Vélez no tenía nada, y Independiente estaba más que tranquilo. Era sin dudas uno de los partidos más ganables en lo que va del año, era difícil pensar que se podía escapar. Y sin embargo, las malas decisiones hicieron que se pierdan dos puntos. Maldito sea ese concepto europeo de ‘salir jugando’ en todas sí o sí, incluso cuando hay riesgo de entregar mal y perder la pelota en situaciones vulnerables. Parece que ni con errores los jugadores pueden quitarse ese mal.
Y luego del empate, reflotaron todos los síntomas del pasado: incertidumbre, desconcierto generalizado, cansancio, fatiga, hasta mala suerte. Independiente se enredó y no pudo meterle el segundo gol a un Vélez que, con nada, se empezó a animar y casi que forzando errores del Rojo se podría haber llevado un premio gigante a Liniers. Fue un partido a la inversa, opuesto a lo que había sucedido contra San Martín: se arrancó muy bien, y se fue desdibujando hacia el final.
Que Independiente cambió, no hay dudas. El equipo contagia, eso está a simple vista. Que merece ganar, no se pone en tela de juicio tampoco. Y tampoco se niega que de un semestre a otro cambió la apatía por ambición, el de Holan no es un equipo que aburra, no es un equipo que merodee en la mitad de la cancha y abuse de los pases atrás. Y hay que aferrarse a eso.
Pero el martes Independiente tiene una parada clave, otra vez ante sus hinchas. Viene mereciendo ganar, y eso está bien. Pero en algún momento habrá que dejar de hablar de merecimientos y empezar a hablar de triunfos reales. Porque la copa es otra cosa, es ganar o quedar afuera. Y la gente de Independiente quiere ganar, además de merecer. Así que, a ganar.