Nicolás Figal tuvo un encuentro flojo en Independiente. El defensor se muestró inconexo abajo y con voluntad de avanzar con pelota, lo que lo lleva a enroscarse y perder la pelota. Es un problema, porque sin solidez defensiva, el riesgo crece.
Está claro que hubo dos partidos de Independiente: uno, el que dominaba y ganaba, donde el visitante no lastimó en absoluto, ni siquiera llegó a generar situaciones de gol, lo que no sirve de parámetro para medir cómo defiende un equipo.
Pero hubo otro Vélez, el que insinuó más luego del empate y el que casi incluso se lleva los tres puntos. Allí se vio a un flojo Figal: un jugador que recupera bien, pero que a veces pierde pelotas innecesarias. Un jugador que trata de tomar la lanza y hacer la personal, incluso cuando hay otros jugadores mejor posicionados.
Cuando el Fortín empezó a hacer pressing en el segundo tiempo, el joven central lo sufrió. Para colmo, no tiene al lado un líder natural que ordene la defensa, que acomode las líneas y que tenga ojo para ver los huecos que van quedando. En el primer tiempo realizó una dura entrada adentro del área contra Mariano Pavone; ambos salieron lastimados, pero era penal para el visitante.
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