Sin fútbol, el Rojo perdía 1-0 con Atlético Tucumán, pero logró un empate agónico sobre el final. Fue 1-1.
Feo, de terror, lo de Independiente. Jugó con los resultados puestos, a sabiendas de que necesitaba un triunfo si o si para mantenerse con chances, y ni así se armó de coraje. Sin fútbol, sin alma, sin nada, el Rojo caía mansamente con Atlético Tucumán, que no había ganado nunca hasta el momento, y recién en el final lo empató.
De arranque, hubo algunos destellos de buen fútbol. Con Iván Marcone en un gran nivel, el local recuperaba en el medio, y jugaba para adelante. En ataque, Gabriel Ávalos pivoteaba, e Ignacio Maestro Puch hacía el trabajo del 9. Damián Pérez y Mauricio Isla hacían las escaladas por las bandas, y tanto Alex Luna como Javier Ruiz trataban de darle verticalidad al equipo.
Sin embargo, esas buenas intenciones se esfumaron rápidamente, y no por mérito del rival. A Independiente, insólitamente, lo peor que le puede pasar es ser protagonista, porque no sabe asumirlo. El Decano, flojo, apenas le entregó la pelota, y esperó por algún contrataque. Con el balón, el Rojo entró en una nebulosa, en una encrucijada de la que no supo salir, y cada vez se confundió más.
En ese contexto, la visita aprovechó para herir al Diablo. A los 34 minutos, Juan Infante subió por la izquierda, y envió un buscapié. No fue gran cosa, pero tras la pifia de dos rivales, entró Mateo Bajamich solo y definió para poner el 1-0. Golpe duro.
Luego, con el gol, Independiente trató de reaccionar. Gabriel Ávalos casi lo empata de cabeza, pero José Devecchi lo contuvo de gran manera. A pesar de ello, el Rojo no hacía méritos para sacar siquiera un punto, y el nerviosismo crecía.
Por eso, y a sabiendas del mal planteo, Carlos Tevez intentó cambiar la ecuación. Sacó al paraguayo, y metió a Lucas González en el medio. Luego, movió a Ruiz para la izquierda, y a Luna para la derecha. Difícil de entender, incluso, para los jugadores.
Y es que el remedio fue peor que la enfermedad. La confusión no hizo más que crecer, y esto le facilitó la tarea a Atlético Tucumán. Sin conexiones, sin circuito de juego, el Decano solo tuvo que esperar los intentos del local para recuperar e intentar un contragolpe. Para colmo, la salida de Ruiz para que entre Gabriel Neves aumentó las dudas en el equipo.
Independiente era un mar de dudas, y si bien merecía estar 2-0 abajo antes que llegar al 1-1, casi se le da. Isla entró por la derecha, metió la pelota, y entraban tanto Maestro Puch como Alexis Canelo. El primero llegó a puntearla, pero no logró darle dirección al arco, y se la sacó al segundo, que llegaba mejor. De no creer.
Sin embargo, a los 44 del complemento, llegó el milagro. De un córner desde la derecha, Maestro Puch la bajó, y por el costado ingresó Mauricio Isla. El chileno, de cabeza, no perdonó, e igualó un encuentro que parecía sentenciado.
A pesar del empuje en el final, Independiente apenas se llevó un tibio empate 1-1. Jugó mal, por momentos hasta sin actitud, y llegó a la igualdad de milagro. Casi pierde ante un equipo que no había ganado en todo lo que va del año, y dejó en jaque la clasificación. El equipo se fue silbado por todo el estadio, y no hubo lugar para los aplausos. Dos partidos, seis puntos, hay que ganar.
Foto: ph.arita