Antes, durante y después del partidos, los hinchas de Independiente dejaron un mensaje contundente. ¡Mirá!
Pocos minutos antes del inicio de Independiente – Central Córdoba, desde los cuatro costados del Estadio Libertadores de América bajó una canción que se repetiría en varias etapas de la noche. “Vamos, vamos los pibes”.
Los ingresos de Diego Mercado, Lucas González, Alan Soñora y Brian Martínez, sumados a la presencia de Alan Velasco y Sergio Barreto en el banco de suplentes, despertaron otro interés en el público. En un clima descontracturado, quizás también por el bajo valor de un partido de final de torneo, el equipo salió suelto al campo de juego. Se notó un aire renovado adentro y afuera de la cancha.
Con el correr de los minutos, se notó un actitud desfachatada en los chicos, que no fueron una maravilla, pero sí mostraron sus ganas. Sufriendo al dar mal un pase, arrepintiéndose de una elección errónea, corriendo cada pelota, animándose a gambetear y rematar al arco, juntándose entre ellos para desequilibrar y apoyándose en la solidez de los más grandes. El Rojo no fue una máquina, ni mucho menos, pero transmitió mayor certeza a su hinchada.
Los goles sobre el cierre del encuentro llenaron de alegría a todos los asistentes y los fanáticos cerraron la noche como la empezaron: “Vamos, vamos los pibes”. Pero este grito de guerra puede leerse como algo más que apoyo a los juveniles. Este grito de guerra fue un mensaje hacia la dirigencia y el entrenador.
Los hinchas dejaron en claro que no quieren más despilfarros económicos por parte de la comisión directiva y que apoyarán a Lucas Pusineri en la depuración de futbolistas que no quieren estar más en Independiente.
