Independiente consiguió meterse en los octavos de final de la Copa Sudamericana y eso es motivo de festejo para el “Planeta Rojo”, pero lo cierto es que lejos estuvo el equipo de Daniel Garnero de tener una buena actuación y dejó muchas más dudas que certeza su visita a La Paternal.
Después de la buena performance exhibida en Rosario ante Newell’s, se había encendido la esperanza de por fin volver a ver buen juego por Avellaneda, pero todo quedó sepultado en apenas 45 minutos, los del primer tiempo ante Argentinos, donde los de Pedro Troglio hicieron lo que quisieron con los de Garnero.
Sólo Néstor Ortigoza, infalible desde el punto del penal, pudo con el enorme Adrián Gabbarini, principal culpable de que Argentinos se fuera sólo con un gol de ventaja al vestuario. Después, bien el sabio Andrés Silvera y un poco de Hernán Fredes y Fernando Godoy, pero no mucho más.
El Rojo pasó de ronda porque Argentinos erró mucho, Gracián acertó una dentro del área y después todos pusieron actitud para sacar la serie adelante y darle el respaldo al DT, pero no mucho más. Desde lo futbolístico, Independiente no hizo más méritos que el local, en este partido de vuelta, para llevarse la victoria.
Garnero parece, al menos desde su percepción, haber encontrado ya la base. Lo que sí, aún le falta aceitar muchísimo el funcionamiento si es que aspira a terminar en una decorosa posición en el Apertura y a levantar la Copa Sudamericana.
El fondo, pese a que tiene buenos jugadores, no termina de brindar seguridad: Maxi Velázquez no está fino en la marca, los centrales, jóvenes ellos, a veces salen muy lejos y quedan pagando, y Eduardo Tuzzio no es ‘4’ y se nota cada vez que ataca.
En el medio, Hernán Fredes parece querer afirmarse de una vez en Primera y habrá que ver si ahora con Roberto Battión recuperado el DT mantiene a Fernando Godoy, de buenas actuaciones. Lucas Mareque es fija al igual que un Leandro Gracián que, cuando está bien físicamente y enchufado, marca diferencias.
Arriba, Andrés Silvera cada día juega mejor y de manera más inteligente, es inamovible. Y Patricio Rodríguez, donde se siente más cómodo, es desequilibrante y se merece varios partidos seguidos allí para demostrar que ya, de una vez por todas, no es más Patito.
Lo positivo de la noche copera es que se consiguió el tan ansiado boleto a octavos y así, desde la victoria, se hace mucho más fácil trabajar para crecer. Los triunfos traen más triunfos y el Rojo tiene la posibilidad el domingo de, en su casa ante el débil Quilmes, ponerse de pie de una vez por todas. Ojalá así sea…
