“M’ hijo, uno siempre quiere lo que no tiene”, susurró, con sabiduría gauchesca, un viejo de mi cuadra. Y está claro. Existe una fórmula que nos hace aspirar y competir por algo más. Y está oculta en la esencia del ser humano. No le busquen explicación, pero es así…
A veces, en la vida, y mucho más en el fútbol, no hay nada más eficaz que una buena dosis de inconformismo para despertar el hambre de gloria. Y a Independiente, como no sucedía hace rato, ahora sí le falta algo. Al Rey de Copas, increíblemente, le faltan dos cosas: ganar la Sudamericana y el Mundial de Clubes. Hay que ir por la primera. Ya es hora…
Ya las vitrinas no lucen como antes, es cierto. El brillo que emanan esos quince trofeos no se apagó, ni se apagará nunca. Pero los que supieron malacostumbrarse, los que se cansaron los ojos de mirar, los que se desgarraron los brazos de levantar tantas copas, extrañan y desean nuevas hazañas. Desde la obtención de la Supercopa—antecesora de la Copa Sudamericana–, en 1995 ante el Flamengo, en el Maracaná, transcurrieron casi quince años sin éxito internacional. Es mucho. Y la necesidad de volver a ser, es aún mayor. Hay que despabilar ese sueño. Sólo los hinchas son capaces de sacudir el (infame) letargo.
Miguel Ángel Bríndisi, alguna vez, contó anonadado: “Cuando llegué a Independiente, los hinchas lo único que me pedían era que ganáramos la Recopa, en Japón”. Y lógico. Por aquel entonces, tras ganar el Clausura 94, esa era la única copa que no habitaba la sede de Avenida Mitre. Ahora, con tantos puñetazos y magullones en el rostro, el Rey debe defender el honor y sentir que, si de prioridades se trata, la Sudamericana, aunque parezca un certamen coyuntural, es una causa justa y oportuna para reivindicar su historia.
Tan tentador sería ganar la Sudamericana, que el campeón disputa la Recopa 2011, clasifica automáticamente a la Libertadores 2011 y juega la final de la (impresentable) Suruga Bank. Qué mejor, entonces, que ir por ella. Lástima que el ejercito de Independiente esté formado por muchos vulgares, que se llevan más bien con la suegra que con la pelota.
Si aparece el juego, entonces será con fútbol. Si no aparece, será con pierna fuerte y templada. Pero el Rojo de Avellaneda no puede darse el lujo, menos en épocas de migajas, de quedar afuera pronto, sin pena ni gloria, ante un diezmado Argentinos Juniors. Máxime cuando para ocupar un lugar hubo que hacer una temporada de 68 puntos. Mientras que Boca y River gozaron del beneficio de ser invitados hasta 2009, por una antojadiza cuestión comercial. Encima, como si fuese poco, salteaban la primera fase y entraban, directamente, en octavos de final.
Hay campeones y campeones. Algunos, con traje modesto: Cienciano (2003), Arsenal (2007) y Liga de Quito (2009). Otros, un poco mejor empilchados: San Lorenzo (2002), Boca (2004 y 2005), Pachuca (2006) e Internacional (2008). Todos festejaron sin sonrojarse. No será la gran velada en Las Vegas. No será como combatir en el Madison Square Garden. Pero los tiempos cambiaron. Y muchos peleadores se abrieron nuevos mercados. Independiente, groggy y todo, tiene un gran desafío. Una inmejorable ocasión para estrenar estadio, con los brazos bien en alto. Como fue siempre.
Torneos Internacionales
Copa Intercontinental (2): 1973 y 1984.
Copa Libertadores de América (7): 1964, 1965, 1972, 1973, 1974, 1975 y 1984.
Copa Interamericana (3): 1973, 1974 y 1976.
Supercopa Sudamericana (2): 1994 y 1995.
Recopa Sudamericana (1): 1995.
Copa Río de la Plata o Ricardo Aldao (2): 1938 y 1939 (No son contabilizadas por la Conmebol, ni la FIFA)
