El Rojo está tapado por el agua. La inundación lo sigue afectando y no encuentra forma de hacer que baje el nivel problemas. Se instó para que todos estén juntos, que el aliento sea único y uniforme, que cada uno ponga lo suyo para lograr el objetivo. La mejor manera de salir a la superficie es ganando y todavía no se logró.
El sábado a la noche ante All Boys era el día D para muchos. Porque si bien enfrente se tendría un equipo molesto, complicado, vueltero y que está muy bien parado, la chance de quedarse con los tres puntos en casa era la idea fija en todos. Sin embargo, con el correr de los minutos la victoria se fue escapando, casi se convierte en derrota y culminó siendo empate con silbidos y aplausos.
Ahora bien. Intentaré analizar lo que pasó y ahí diré el porqué de la siguiente afirmación: “Sirve ganar el martes. Ojalá que le ganemos al Liverpool y si puede ser por goleada mejor”.
El sistema que está intentando armar el Tolo Gallego con tres jugadores en el mediocampo que tienen la función de abastecer al 9 (llámese Farías o Vidal) me gusta, pero a juzgar por lo hecho ante All Boys falta mucho, mucho, pero mucho trabajo para que las piezas se ensamblen a favor de la causa. Esto se refiere a que Leguizamón no puede ser el enlace, función que debe atesorar Rosales y que el problema está en la derecha, ya que Ferreyra está demostrando que es el que mejor hace la banda en el equipo.
Además, cabe recordar que antes de que cierre el libro de pases y, sobre todo, de que arranque el Torneo Inicial, Independiente era uno de los mejores equipos reforzados de Primera y nadie discutía las incorporaciones. Sin embargo, las lesiones y los magros rendimientos han provocado más que críticas a la llegada de varios futbolistas.
Con el arribo de Gallego de a poco se van recuperando soldados, como Santana y Zapata, que están para volver ante los uruguayos y otros se están poniendo a tono física y futbolísticamente, como es el caso de Vargas o Battión.
Y aquí entramos en tema. Para muchos sería una tranquilidad y un respiro quedar afuera de la Copa Sudamericana, así sólo hay que pensar en el campeonato local que es en donde todos apuntamos los cañones para salir del pozo. Sin embargo y pese a quien le pese, el partido de este martes es una balsa en medio del naufragio. Es una oportuna chance para cortar esa maldita racha de 17 partidos sin victorias. El rival no tiene peso y si bien no hay que menospreciarlo ni subestimarlo es un encuentro ganable y que dará alivio.
Lo mejor que le tiene que pasar a este plantel es sacarse esa costumbre de sentirse perdedores, de limpiarse la mufa porque no sale ninguna, de olvidar y quitarse esa racha nefasta definitivamente. Y, quizás, con un triunfo holgado, el hincha se vaya feliz, reconozca en la victoria a su equipo, se comience a generar ese ida y vuelta de cariño entre esos actores y las cosas cambien.
Por esto es que creo que este martes el Rojo puede encontrar esa rejilla y ese desagote para bajar el nivel de la inundación y comience a limpiar el daño que dejó la sudestada. Porque es cierto que estamos bajo el agua, pero para reflotar hay que tocar fondo y, para mí, ya llegamos. Sólo falta tomar envión y no parar más.
