Te tocó crecer con el recuerdo de las copas, con la historia lastimada y la mística rasgada con el paso del tiempo, con el sufrimiento de los antecesores, esos que nacieron y crecieron forjando una historia, una manera de sentir, de pensar. Te tocó sufrir y tener que ponerle el pecho a una realidad despojada y hambrienta de logros, de festejos propios y no tanto de los ajenos. Lloraste, puteaste, te diste mil veces la cabeza contra la pared y pegaste más de un puñetazo maldiciendo tu suerte. Ahora dejate llevar, sentí el aire místico y soñá. Soñalo que si lo deseas se cumple.
Hoy los ves a ellos, los más grandes, y sentís que están felices, que creen y confían. Es la Copa, hermano. Es esa vieja y querida mística que sobrevuela Avellaneda cada vez que una noche por semana Independiente juega un partido. Es ese arraigo victorioso que nos hace sentir importantes, que nos devuelve ese tan nuestro mote que otros quisieron robar. Quedate tranquilo, nos le da el cuero ni la espalda para cargarlo. Les regalamos años de ventaja y seguimos siendo el legítimo Rey de Copas. Nunca tendrán siete, no pueden, les queda grande.
Mientras, ellos se manifiestan con ridiculeces, con altanerías propias de la envidia. Desde el óxido de las copas hasta no se cuántos caprichos más. Les pesa nuestra historia, el orgullo de nuestros abuelos y viejos, el legado de una historia que por más dolores que nos dio, no la cambiaríamos por nada. Así es Independiente, un amor eterno y profundo. Quince estrellas que merodean en nuestra vida, brillando con ganas para que se acerque una más a ese escudo rojo resplandeciente, que alíe su fulgor con nuestra mística.
Ese aire copero nos enamora. Vuelve pibes a los más viejos y perfuma el corazón de los más lastimados, de esa camada que vivió las penas recordado las alegrías. Esos que ante cada derrota dolorosa abrieron un libro buscando encontrar un bálsamo de piedad en el pasado. Hoy la oportunidad está de vuelta. El camino es corto, pero largo a la vez. Quedan cinco finales para volver a sentir otra vez eso que alguna vez sentimos con las Supercopas del ’94 y el ’95. Vos y cada hincha quieren demostrarle a América y el mundo lo enorme que es Independiente.
Mirás a tu lado y ves a esos pibes entusiastas, casi o más que vos, que revolean un trapo color rojo sobre su cabeza, desatándose y regalándose a la alegría de la ilusión. Mirás más allá y encontrar a los de arriba de 40, frotándose los ojos, teniendo ese deja vú y esos flashes coperos que nunca quisieron olvidar. A su alrededor están los privilegiados.
Los que vieron ganar la mayoría o todas las copas. Los que forjaron nuestra identidad, nuestro orgullo, nuestra historia real. Esa misma historia que queremos recuperar en estos meses.
Este jueves, pintemos la cancha de rojo. Ponete tu camiseta de Independiente, llevá un diario a la cancha y una bandera de palo. Este jueves es nuestra noche, la noche donde el Rojo va a demostrar que su mística está de vuelta, no sólo para ser recordada como una vieja amiga, sino para quedarse un buen tiempo en Avellaneda. Defendámosla como esos pequeños guerreros de un pasado glorioso y de un futuro que queremos escribir desde hace tiempo. A los jugadores les pedimos que los jueguen como hinchas.
Nosotros, desde las tribunas, alentemos por Independiente, pero también por todos los que hicieron posible nuestra gloriosa historia. Sentilo, hermano, respiralo: es el aire místico. Otra vez está acá…entre nosotros.
// VENTA DE ENTRADAS ///
Hoy jueves, podés conseguir tu entrada a partir de las 10 de la mañana en Boyacá y a partir de las 11 en el Estadio Libertadores de América (Bochini e Italia). Hay venta para socios y no socios. Mas información, click aquí.
