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Sigamos cayendo

gioda-tuzzio

Este equipo sigue haciendo milagros, sí, revive a cualquier muerto que se le ponga enfrente, porque no tiene ni el orgullo ni el temple, ni las agallas necesarias para representar la historia de Independiente. Este equipo no marca, no juega, no mete, es un fantasma repartido en once personas que siguen dando vergüenza con el pasar de los fines de semana. A esa mediocridad que deambula de una cancha a otra, se le suma una dirigencia que no sabe cómo dar un golpe de timón y sacarnos del camino aberrante por el que vamos. Por caso, se suspendió el encuentro de peñas pautado para el próximo sábado. Así estamos, nadie da la cara, nadie quiere hacerse cargo de este muerto.

Gallego, por más que se le critiquen algunos cambios, no tiene la culpa que un defensor no sepa marcar, que un volante no sepa devolver una pelota redonda, que un capitán no sepa cargarse un equipo al hombro o encasille a ovejas negras, que un delantero no sepa meter la pelota adentro del arco contrario. Deberá trabajar más que nunca el Tolo, porque si prueba variantes de todo tipo, y el equipo sigue sin funcionar, cuánto se le puede recaer a él. La culpa es repartida por quien eligió estos jugadores, por quien los trajo y no supo darle un vía libre cuando debió hacerlo. La limpieza empieza por casa, y acá, la mugre nos sigue tapando. Poco parece importarle a Comparada y compaña. La frase de Islas, que Gavilán es más que Bolatti, es un cuadro perfecto de la ineptitud, la incapacidad y la torpeza, para no ser hirientes, con la que se maneja el fútbol de Independiente. Encima, cuando debuta de titular, lo hace de defensor por derecha…

La gloria se fue al desván, a preguntarse qué le están haciendo. Las copas y el orgullo, están haciendo terapia de pareja, el tercero en discordia sigue sin poner la cara. Anda por ahí, buscando en Menotti alguien que le rumbee el camino.  Independiente está desorientado, hoy más que nunca, y la realidad acaba por sopapear a sus hinchas hasta el hartazgo.

Junio queda muy lejos para el orgullo. El saborear un título es una utopía que se torna indescriptible. El entrar a una copa es una costumbre que se volvió una pesadilla, que al despertar, se vuelve un crudo escenario.  ¿Qué te están haciendo, Independiente? ¿Qué va a ser de vos?

Es ahora donde el hincha deberá poner la cara, manifestarse, mostrar su descontento, poner el pecho por la historia, por el pasado, por el presente y el futuro. Esto no da para más. El miércoles, en la sede, o el sábado en la cancha, es una buena manera de que los hinchas se unan, a comulgar un cambio, a encender una pequeña luz que los identifique, para demostrar que la gente está ahí, latente. Presa de un entorno detestable, de las cargadas y la ridiculez.
Sigamos cayendo. El piso todavía no llegó. El golpe final puede doler demasiado. Es hora de reaccionar: esta vez, depende del hincha.

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