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Cómo no sentirme así…

copas

… si el orgullo sigue allí!!  Parafraseando al Indio, ¿cómo explicar lo que se vivió el pasado miércoles en el Libertadores de América ? Difícil, muy difícil. Estrenamos estadio y eso no es poco en los tiempos que corren. Atrás quedó la vieja y amada Doble Visera, la primera cancha de cemento de Sudamérica, cuna de grandes ídolos, lugar donde exquisitos jugadores brillaron por sus gambetas, goles, por sus hazañas, por sus noches épicas de Copa Libertadores, donde se levantaron tantas copas internacionales y le mostramos al mundo quién es el Rey de Copas.

Es muy complicado describir con palabras lo que vivimos el otro día en la cancha. Familias completas de la mano ingresaban por los diferentes accesos  para ver el viejo-nuevo estadio versión 2009. Observar, desde muy temprano, las calles repletas de almas rojas con la ilusión de volver a “su” casa no es algo simple de narrar. Madres con sus hijos, padres con sus familias completas, socios/as vitalicios, familias de distintas generaciones, gente con capacidades diferentes y miles de almas rojas dijeron presente en este día tan especial donde nadie se quería quedar afuera de la fiesta.

“Sólo un hincha sabe lo que siente otro hincha”, dijo alguien alguna vez, y por eso era entendible ver a hombres y mujeres, todos por igual, llorando de la emoción con las gargantas atragantadas sin poder decir palabra. Las miradas perdidas (recordando vaya a uno saber qué momento glorioso), las bocas abiertas, las caras de asombro y satisfacción eran un común denominador entre las miles y miles de personas que contemplaban semejante estadio. Los flashes de las cámaras eran continuos. Todos querían tener guardado la foto del recuerdo para decir “yo estuve el día que se inauguró el nuevo estadio”.

Es que Independiente se modernizó. Se acopló a los tiempos que corren y las exigencias que la realidad demanda. Todavía falta, es cierto, pero si ahora estamos orgullosos con lo que tenemos, imagínense cuando esté terminado. Va a ser un estadio de primer mundo, a la altura de nuestra historia. Sin dudas, será el más lindo de la Argentina y uno de los más bonitos de Sudamérica.

Fue impresionante ver a 35.000 diablos y diablas brindarle el recibimiento que se le dio al equipo. Todos, gritando sin parar de principio a fin, con sus camisetas, banderas, globos, humo rojo y blanco, papelitos, dándole un marco imponente al estadio, digno de una noche inolvidable, única, irrepetible, mágica. Y lo más lindo de todo: volver a ver esas copas, llevadas al centro del campo de juego por viejas glorias de nuestro querido club, para mostrarle a todos quien es el más grande de este bendito país.

Después la fiesta siguió en la cancha con un partido de fútbol. Gracias a Dios se ganó y nos prendimos de nuevo en el campeonato. El primer gol, deseado por todos los hinchas, fue convertido por el “Cuqui” Silvera, ídolo del club, quien seguramente no olvidará jamás ese momento en que la pelota tocó la red y él pasaba a la historia. Después ya sabemos como terminó todo.

“Gracias a la vida que me ha dado tanto”… cantaba Mercedes Sosa. Gracias Independiente por tantas alegrías, gracias por existir, gracias por hacerme tan feliz una noche de octubre. Tengo el pecho inflado de felicidad, orgullo, satisfacción, emoción. No puedo dejar de llorar de tanta alegría. Un nuevo capítulo en nuestra rica historia comienza. Vamos por el camino correcto y todos debemos aportar nuestro granito de arena para que nos vaya mejor. Ahora sí puedo decir que estoy en mi casa nuevamente y se los voy a hacer sentir a todos los que vengan. Pasen y vean señores. El más grande de todos se despertó. Rojo gracias por tanto. Eternamente el Orgullo Nacional. ¡Como no sentirme así!

César Cáceres

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