Rolando Schiavi quiso meter la barrida de la publicidad y quedó pagando, mientras el Tecla Farías se iba hacia la historia. La realidad es otra cosa.
Contó en varias oportunidades con el clásico “siga, siga” de Laverni. Atendió en varias oportunidades a Patricio Rodríguez y a los que se cruzaron por su sector. Es más, sus ganas de revertir el gol en contra del verano lo llevaron a pedirle a Julio Falcioni que lo pusiera de titular. Y la historia le tenía guardado un papel estelar en la tarde de la Bombonera.
Es que unos minutos antes de convertirse en protagonista principal, tuvo un encontronazo con Facundo Parra que hacía segundos estaba en la cancha. Obviamente, Laverni no vio nada. Por eso, el Flaco contaba con impunidad, pero no con inmunidad.
El Rojo parecía fusilado con el empate final del Tecla. Se defendía y contenía el respiro con cada ataque de un Boca desesperado. Pero el fútbol tiene esas cosas que lo hacen impensado y hermosamente pasional. Un pelotazo a la nada, y un Farías que la corrió por inercia. Schiavi se tiró al piso a barrer, pero fue todo pasto, porque la pelota le quedó al goleador del Rojo y marcó el tercer tanto.
Schiavi se quedó con el sabor amargo de la derrota en su garganta, y el Tecla se llevó el sabor dulce del triunfo y la gloria histórica. Al Flaco le cuesta.
