Primero fue Hauche, en la etapa inicial, en tres oportunidades. Después Toranzo, de media distancia, ya en el complemento. Cerca del final un cabezazo de Aveldaño tiene destino de gol y empate, pero tampoco es en esta. Una, dos, tres, mil veces se agiganta Hilario Navarro para evitar un gol albiceleste que hace 450 minutos no aparece por el Libertadores de América.
El correntino tuvo una actuación sobresaliente en la tarde de Avellaneda y fue uno de los principales responsables para que Independiente se quedara nuevamente con el clásico. Recibido con insultos, por la gente de Racing, y con honores, por la parcialidad roja que copó el estadio, Navarro respondió y estuvo a la altura del partido.
“Nos jugamos el clásico para nosotros y la gente”, dijo el arquero entre semana. Por esa misma gente que lo despidió con una lluvia de aplausos. Ahogó cada grito de gol, silenció todos los insultos y su nombre sonó bien fuerte en toda la ciudad y en cada garganta roja.