El 1 de diciembre de 2002, Independiente se consagraba campeón del Apertura tras haber goleado 3-0 a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro.

El ámbito doméstico siempre le ha costado a Independiente, pese a ser el tercer club con más torneos profesionales. Se sabe que el Diablo tiene una relación amorosa con las copas, pero toda la vida descuidó los campeonatos locales. Sin embargo, hoy lleva la racha más larga de su historia: 22 años sin ganar uno.

Corría el primer día de diciembre de 2002 cuando, por la última fecha del Apertura, el Rojo visitaba a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro. Con tres puntos por encima de Boca, un empate le alcanzaba al más grande para coronarse, pero fue más allá: con goles de Federico Insúa, Andrés Silvera y Lucas Pusineri, los entonces dirigidos por Américo Gallego golearon 3-0 al Cuervo y redondearon una tarde perfecta.

1/12/2002

Último show de un equipazo para coronarse Campeón#SanLorenzo 0-3 #Independiente

Díaz; Serrizuela, Franco, Milito, Eluchans; Pusineri, C. Suárez, Guiñazú; Insúa (C. Gómez), Montenegro (Ríos), Silvera

Goles: PT: 32’ Insúa. ST: 4’ Silvera, 10’ Pusineri pic.twitter.com/qtsjQUXbVx

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Aquel equipo supo enamorar a la hinchada por su solidez defensiva, su fútbol de excelencia y, sobre todo, por la contundencia del tridente delantero, que contaba con un Cuqui que terminó siendo el goleador del certamen con 16 goles. Hoy, 22 años después, volvemos a recordar a aquel plantel que supo ganar el último torneo local del Rey de Copas hasta el momento. Es hora de recobrar la memoria y volver a competir.

Un 28 de noviembre de 1973, Independiente se consagraba campeón de la Copa Intercontinental al vencer 1-0 a la Juventus. 

Pasan los años, pero el recuerdo permanece más vivo que nunca. De visitante, en el Estadio Olímpico de Roma y contra subcampeones del mundo tres años antes. Ante esas adversidades supo enfrentarse Independiente para hacer historia y causar un cimbronazo a nivel global en el fútbol. Hoy, se cumplen 51 años de aquella jornada inolvidable en la que el Rojo venció 1-0 a la Juventus, con un golazo de Ricardo Bochini, y se consagró campeón intercontinental por primera vez en su historia.

Un 28 de noviembre de 1973, el Rey de Copas rompió la pared. Ya se le había negado la obtención del título en las tres ocasiones anteriores en las que participó, las primeras dos contra el Inter de Milán (164 y 1965) y la restante versus el Ajax de Johan Cruyff (1972). Sin embargo, un año después de aquella última caída mundial, el Rojo estaba decidido a hacer historia. Por eso, aceptó todas las condiciones impuestas, como que el duelo sea a final única y con sede en Roma, favoreciendo al conjunto europeo.

Juventus sería la víctima que sufriría las combinaciones de Bochini y Bertoni. La Vecchia Signora tomó su lugar como finalista al haber sido subcampeón de la vieja Copa de Europa, luego de que el Ajax se negara a jugar por cuestiones políticas. No obstante, los italianos contaban en su plantel con jugadores de alta gama que fueron subcampeones del Mundial de 1970 y futuros campeones en 1982.

Igualmente, la jerarquía, determinación y química de aquel equipo de Independiente bastó para festejar en Roma. Bajo la dirección técnica de Roberto Ferreiro, figuras como Bochini, Bertoni, Santoro, Pavoni, Sá, Raimondo, Maglioni, Commisso y un once inolvidable fueron los protagonistas de llevar hacia Avenida Mitre 470 la copa que faltaba en las vitrinas.

El encuentro fue duro y tensionado, con pocas ocasiones de gol. Pero el Rojo se animó y fue hacia delante cuando faltaban 10 minutos para el final. La pelota llegó para El Bocha en tres cuartos de cancha, dejó a un hombre en el camino cuando salió a cortarlo y combinó con Bertoni mediante una precisa pared que dejó al ’10’ mano a mano frente al arquero. Y como no podía ser de otra manera, Bochini definió de manera bochinesca: esperó a que el histórico Zoff saliera a achicarle paro picársela por arriba, con una tranquilidad como si se encontraran en un entrenamiento.

Con aquel tanto de su máximo ídolo, Independiente fue a Roma y conquistó el mundo por primera vez. La Copa Intercontinental le permitía cerrar un año inolvidable ya que meses antes también había festejado la Copa Libertadores y la Interamericana. Aunque, aún faltaba la frutilla del postre: tan solo cuatro días más tarde de la consagración ante la Juventus, el Rojo venció 3-1 a Racing y volvió a hacerse dueño de Avellaneda. Además, lo mejor aún estaba por venir. Es que al año siguiente y en 1976, el grito de todo el mundo volvería a ser bajo el ritmo del Rey de Copas.

Un día como hoy, la antigua casa del Rojo deliraba, una vez más, con una victoria en el Clásico de Avellaneda, la cual sería previa a su posterior demolición. 

Dicen que las mejores historias son las que tienen finales felices. Y la novela entre la mítica Doble Visera y el Clásico de Avellaneda, a favor del lado Diablo, puede corroborar tal afirmación. Encuentra su justificación en una fecha como hoy, pero de 18 años atrás, cuando Independiente venció 2-0 a Racing, con doblete de Daniel Montenegro, en un duelo para la historia al ser nada menos que la última edición de aquel encuentro que albergaría el primer estadio de cemento del país previo a su demolición.

La Doble Visera se vistió de gala por última vez y el Rey de Copas no le falló. Aquel 12 de noviembre de 2006, Independiente recibió a Racing, en un recinto repleto, por la fecha 15 del Apertura. La Academia, dirigida por Reinaldo Mostaza Merlo, apuntaba todo a amargar el último baile Clásico de la estructura levantada en la antigua intersección de Adolfo Alsina y Almirante Cordero. Al punto que venía de jugar en la fecha anterior contra Banfield con un equipo conformado por ocho habituales suplentes.

Sin embargo, con Jorge Burruchaga a la cabeza, el Rojo volvió a reinar en el infierno de la mano del Rolfi Montenegro. Aquella tarde, Independiente salió a la cancha con:  Ustari; Abraham, Gioda, Rodríguez; Machín, Herrón, Orteman, Eluchans, Díaz; Montenegro y Denis. Terminó ingresando Lorgio Álvarez por Gastón Machín, en los primeros minutos del segundo tiempo.

Tan solo bastaron siete minutos para que la Doble Visera viva su última jornada haciendo valer el historial, cuando Montenegro abrió el marcador a través del punto penal. Y a pesar de varios intentos rivales por igualar las tablas, que fueron anulados por un impecable Ustari, quien volvería a festejar fue el Rolfi, a los seis minutos del complemento, tras picársela sutilmente al arquero cuando todo parecía que el poco ángulo del que disponía para rematar transformaba en imposible la definición.

#UnDiaComoHoy | 12/11/2006 Último clásico de Avellaneda en la Doble Visera. #Independiente vencía a #Racing 2-0 con doblete de Rolfi Montenegro

Ustari; Abraham, Gioda, Rodríguez; Machín (Álvarez), Herrón, Orteman, Eluchans; Díaz; Montenegro, Denis. DT: J. Burruchaga pic.twitter.com/I89CcIslav

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Avellaneda se teñía una vez más de rojo e Independiente tomó la confianza suficiente que le hizo tener en la palma de su mano la chance de transformar al encuentro en una goleada. Pero desde el lado de enfrente no permitieron coronar lo que pintaba para una jornada aún más histórica. A los 19 minutos, disturbios ocasionados en la tribuna visitante provocaron que el árbitro, Horacio Elizondo, decidiera suspender el partido.

Y así, la Doble Visera se despedía para siempre de los Clásicos de Avellaneda no solo con una victoria, sino que entonando al unísono una canción que se había vuelto costumbre por aquellas épocas. “El que no salta, abandonó”. Se trataba del tercer clásico en seis años que, cuando Independiente ganaba 2-0, el público de Racing ocasionaba el revuelo suficiente para derivar en la suspensión del partido. Secuencias trasladadas directamente a los libros de historia, que permiten regresar en el tiempo a la última vez en la que la Doble Visera mostró su clásica sonrisa.