Julián Velázquez la está rompiendo en la Copa Sudamericana. Anoche fue, junto al emblema Tuzzio, los pilares de una defensa con muy pocos sobresaltos. Oro en bruto.
En la Copa el pibe fue de menor a mayor, casi como el resto de sus compañeros. En Uruguay ante Defensor se lo vio fuera de ritmo en comparación con sus rivales e Independiente no la pasó bien. Sin embargo, con la llegada del Turco y la línea de tres, la Avispa fue ganando confianza y cada día está más firme.
En Colombia marcó un gol clave, importantísimo y decisivo. Su cabezazo a la red (el primero en el fútbol grande) le permitió al Rojo el 2-2 ante el Tolima y, en definitiva, la diferencia que lo llevó a las Semifinales.
Justamente, en esta instancia, Julián fue uno de las claves en defensa. Su sector por momentos se hizo inexpugnable. Se llame como se llame el delantero (Salgueiro, Bolaños, Barcos, etc) todos morían en sus pies. Pocas faltas para un delantero que en sus comienzos recaía en esa tesitura.
En el partido de vuelta, anoche en el Libertadores de América, demostró su gran nivel una vez más. Si de frente no puede y debe correr al delantero sus estiradas piernas lo engrandecen para alcanzar la pelota por más lejos que esté. Está hecho un tiempista. Un defensor importante para esta línea de tres que comparte junto a Tuzzio y a Galeano.
Sin dudas que el apoyo que el gran Eduardo Tuzzio (el de anoche un partido increíble y una actuación loable) debe ser trascendental para el pibe Velásquez. De todas maneras hay que reconocer que este producto de las inferiores del Rojo cada día está más
afirmado y con una confianza envidiable.
