Independiente perdió un partido que no debería haber perdido en teoría. El fixture lo favoreció con un comienzo soñado de local contra el recién ascendido Brown de Adrogué, pero lo que se vivió el sábado fue una auténtica pesadilla. ¿O es que la pesadilla padecida hace poco aún no terminó?
Lo cierto es que la historia no entra a la cancha, y Bochini, Bertoni y Pavoni miran el partido por tv. Recordar los grandes planteles que tuvo el Rojo y observar el actual explica en buena medida los malos resultados deportivos. Y si bien unos pocos jugadores tienen jerarquía, ya sea por razones físicas o por la mediocridad general, no la plasman en el césped.
Independiente hace bastante que no forma futbolistas para jugar en Primera, a diferencia de Vélez y Lanús, por citar un par de clubes. La evidencia es notable: unos pelean campeonatos, y otros descienden. Este es el quid de la cuestión: cuando el titular es mediocre y el suplente es peor, se está en un problema. ¿Hace cuánto que el Diablo Rojo no repite una formación, dejando de lado lesiones y suspensiones? ¿Hace cuánto que la cantera no enriquece el plantel profesional?
¿Esto tiene solución? Sí, pero no parece que Brindisi haga jugar a las “piedras” o que tenga los cojones de jugar especulativamente -algo que la tradición del paladar negro no admite-. El sistema de “¡a la “carga Barracas!” solo dejó dudas y tristeza. El equipo avanza sin ideas y las situaciones de gol luego de 90 minutos se cuentan con los dedos de una mano. Para peor, cuando tienen que retroceder corren todos como en un picadito en el country y cualquier rival de medio pelo termina tocando y tocando como el Ajax de van Basten. La diferencia entre los equipos se achicó y será difícil ganar con la camiseta. Nadie le tiene miedo a este Independiente. Nadie.
No me quiero olvidar de dos errores groseros que a mi entender cometió el DT: 1) Que en los entrenamientos te rinda un sistema -con doble 5- y debutar con otro, y 2) El amontonamiento de jugadores en ataque. Es sabido que no rinde.
La red de responsabilidades asciende hasta el presidente Javier Cantero, quien da la sensación de vender mal y contratar peor. La excusa de que Independiente no tiene plata es tan cierta como relativa. Todos los clubes están endeudados e igual operan. Así funciona el fútbol argentino. Claro que para eso hay que saber abrir el juego. Negociar. Ser político. La soberbia y los caprichos destruyen los proyectos. Sus decisiones no rinden y de todos los errores cometidos se aprendió poco. De nuevo, las contrataciones arrojan más dudas que certezas. Y ya empezó el torneo y todavía no arriba ni el 9 goleador ni los jugadores por las bandas que hace años el plantel necesita.
Ya lo dijo Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. A tenerlo en cuenta, por favor.
