(COLUMNA DE OPINIÓN) – Menotti está en todo su derecho de reclamar el dinero que se le adeuda, pero no se puede pasar por alto el momento y las formas elegidas por el ex entrenador. ¿Porqué ahora, César?, esa es la pregunta que en este momento se hacen todos los hinchas de Independiente.
Su salida del Club fue el 20 de septiembre de 2010. Hoy, más de un año después, Menotti fue directamente a la Asociación del Fútbol Argentino a presentar una intimación de pago y embargo por 355.923 dólares, más 177.961,50 dólares, en concepto de intereses costos y costas. Hasta que Independiente no haga efectivo el pago, no podrá vender ni comprar jugadores.
Cuando a Menotti le tocó dar explicaciones acerca de la no renovación de Américo Gallego, se amparó en el proyecto económico que buscaba privilegiar los valores surgidos de inferiores. En aquel momento, el Flaco sabía bien de los problemas económicos que atravesaba el Club. Hoy, fuera de Independiente, parece hacer la vista gorda a estas dificultades, agravadas por el enorme vacío que dejó la gestión de Julio Comparada.
“Se olvidan como estaba el Club antes que yo llegara”, repitió incansablemente, a tono con las declaraciones del entonces presidente. “Acá no hay plata cash, pero hay un capital enorme. El estadio se está construyendo, se adquirió el predio de Domínico. Todo lo que se está haciendo no se puede esconder”, repetía Menotti. Aunque claro está, jamás dijo que todo lo que se hizo entonces concluyó en este negro presente en el que se habla más de números que de cuestiones de pelota.
La situación resulta mucho más llamativa porque directamente no hubo comunicación con la dirigencia entrante. Valoraciones futbolísticas aparte, es de destacar la actitud tomada por Antonio Mohamed, con quién también se tiene una deuda, pero pudo coordinar un plan de pago con la nueva comisión.
Cuando le tocó renunciar a su cargo de DT, el 20 de abril de 2004, Menotti explicó sus razones y dijo no querer entrometerse en el clima político, a tan poco tiempo de los comicios que, finalmente, le darían la reelección a Comparada. “De todas maneras, veinte años de desastres no se pueden solucionar con tres meses de trabajo”, dijo en aquel momento.
Y tenía razón el Flaco, que parece haberse olvidado de aquellas palabras, porque, seamos claros, a Javier Cantero apenas si lo dejó trabajar unos días. Al César, lo que es del César. Hasta el último centavo y luego a tener memoria. De ser posible, igual de selectiva.
