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Abrazo grupal entre pibes y referentes. Foto: ph.arita

Sembró una semillita

Abrazo grupal entre pibes y referentes. Foto: ph.arita

De la mano de Tocalli, Independiente abrió la puerta para que los chicos tengan más lugar en el primer equipo. El DT que llegue deberá continuar este camino. No puede haber vuelta atrás.

El resultado fue un empate 1-1. Otro partido más sin ganar en el torneo local. Otro partido más sin ganar de local. Quedan lejos las alegrías de la victorias. Pero en la noche de narices frías del domingo, Independiente ganó algo más que tres puntos. El salto a Primera de Lautaro Millán, la confirmación de Santiago López, la evolución de David Martínez, la titularidad de Diego Tarzia… La mano de Hugo Tocalli sembró una semillita en el suelo fértil de Avellaneda. Habrá que saber germinarla para cosecharla a futuro.

Tocalli es interino pero no por eso un nombre decorativo. Pateó el tablero ante Vélez y dispuso una líne de volantes íntegramente compuesta por tres jóvenes surgidos de la cantera más la presencia del Tata Martínez en el doble cinco con Federico Mancuello. Y, más allá de no poder ganar, las sensaciones fueron muy positivas desde el ímpetu y desde el juego. Los aplausos del final dicen mucho.

Ese reconocimiento no solamente fue por la mera presencia de sangre joven. Tampoco por la reacción desde lo anímico, que bien puede ser la típica reacción que se da cuando hay un cambio de entrenador y se renuevan los ciclos y las motivaciones. Las palmas de la gente fueron, además, porque se vio otra cosa sobre el césped. Es cierto, de a ratos. Pero se vio cambio de ritmo, algunos pases entre líneas, intentos de conexiones, ¡centro al ‘9’!

Mucho tiene que ver el atrevimiento de los chicos. Santi López es encarador nato, igual que Millán. Ambos perfilaban hacia adelante cada vez que recibían la pelota. Apostaban al uno contra uno y también a dar un pase hacia adelante. Parece algo obvio en el fútbol; sin embargo, en el Rojo no venía sucediendo hace varias fechas.

No fue descollante, pero mejoró. Cambió. Y ese cambio tiene que ver con la semilla que Tocalli sembró. La de abrirle la puerta a los chicos para salir a jugar al Libertadores de América “Ricardo Enrique Bochini”. Y eso que enfrente estaba un equipo con una idea clara y una intención ofensiva y vertical. Vélez es el subcampeón del fútbol argentino y sabe a lo que juega. Tiene velocidad por los costados, un delantero picante y volantes inteligentes.

No perdonó, de hecho, en el error de Millán. Fue superior en ese primer tiempo que venía parejo, pero que se desniveló después del quiebre en el marcador. Hubo momentos de confusión en e local por la equivocación del debutante. Rápidamente todos buscaron levantarlo. Pero el mimo mayor fue el espaldarazo que cayó de las tribunas: “¡Vamos, vamos los pibes!”, retumbó desde los cuatro costados antes de arrancar el complemento.

El hincha habló: “Ustedes jueguen tranquilos, que nosotros vamos a acompañar”. Ese mensaje es clave para lo que viene. Está claro que la impaciencia seguirá estando porque los años de frustraciones para los hinchas son muchos, pero la presencia de los juveniles le dará un margen mayor al equipo para poder construir de la mano del interinato de Tocalli en estas semanas y a partir de la llegada del nuevo DT.

El entrenador que se elija deberá recoger este guante y seguir regando esa semilla para que vaya floreciendo. Son los pibes, empujados por los referentes, los que tienen que aprovechar su momento. Llegó la hora. No puede haber vuelta atrás. Es tiempo de darle lugar a los chicos, sostenerlos, acompañarlos y forjarlos. No todo será bueno. Habrá tropiezos. Habrá que apretar los dientes y seguir.

Tocalli abrió esa puerta que parecía cerrada y que un poco por proyecto y bastante por necesidad, el club necesitaba destrabar. La semillita ya está sembrada. Ahora habrá que saber hacerla crecer.

Foto: ph.arita

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