Gabriel Milito fue el único jugador de Independiente que disputó las 19 fechas del Torneo Apertura 2011 como titular. Sólo fue reemplazado ante Argentinos Juniors y Unión en Santa Fe.
Su regreso a casa, al Rojo, fue muy celebrado y esperado por los hinchas. La vuelta del ídolo siempre pregona buenos augurios y mucha felicidad. El comienzo del fútbol y de un nuevo torneo renueva las esperanzas en todos y más aún si el plantel se ve reforzado con la llegada de un futbolista con la calidad del Mariscal.
Así, entonces, se dieron las cosas. Cada paso dentro del Libertadores de América era una ovación para el central. Pese a que, en las primeras fechas debió adaptarse nuevamente al fútbol argentino y a las mañas de los delanteros rivales y de los árbitros, a veces, también rivales.
Sin embargo, Gaby se la bancó para no acumular amonestaciones que lo dejaran una fecha suspendido ni siquiera recibir una expulsión. Además, de a poco fue afianzando su juego y su estirpe de central de lujo, de defensor ilustrado con el arte de manejar el balón y los tiempos a la hora del cruce.
Sólo fue reemplazado en dos oportunidades y, curiosamente por dos técnicos diferentes. En la cuarta fecha, Antonio Mohamed decidió sustituirlo por Nicolás Cabrera en lo que terminó siendo empate en cero en la Paternal. En la 16ta, ya con Ramón Díaz en el banco, Milito no pudo salir a jugar la segunda etapa por un golpe que recibió que lo marginó solamente de esos 45 minutos. En este último caso, el reemplazo fue por Leonel Galeano.
Esto demuestra de la calidad del jugador y de su estado físico. Gaby vino al Rojo aún con la plenitud de un futbolista que busca gloria y sabe que el primer ejemplo y esfuerzo debe nacer de su ser porque por algo es el Gran Capitán. El Mariscal. Un lujo tenerlo y vivirlo, siempre.
