Salir a jugarlo como leones, sintiendo la fuerza y el empuje propios de un corazón que late y lo vive a mil, sabiendo que éste es EL partido para cambiar la historia adversa ante River. Con la magia del Bocha, la seguridad de Pepé o la polenta de Bertoni. Así, con ese impulso. Discípulos de una historia dorada que intentan calcarla y volverla a escribir. Por esos hinchas que dejan la vida en el tablón y esos otros millones que lo ven desde afuera, con una tele o una radio de cerca comulgando la misma pasión, presos de una pasión que fagocita cada alma roja.
Porque volvieron a edificar una identificación con sus devotos, donde el aliento se transforma en sudor y las palmas en entrega. Donde este color otra vez pretende imponer respeto. El gigante duerme, pero ustedes procuran despertarlo. Encaprichados, como los que te siguen en las buenas y en las malas, en devolver la historia a su lugar. Con la fuerza de Trossero, el orgullo de Pavoni y la identidad de los Degiorgi. Así, Rojo, con el corazón del hincha y las agallas del Pato Pastoriza. Juéguenlo como un hincha más, como lo haría tu pueblo fiel: corriendo, metiendo y yendo al frente siempre. Con la voluntad y el alma latente.
Lustren la chapa. Háganse candidatos. Dale, Rojo. Las rachas están para romperse, y esta vez, no puede ser la excepción. Y que el martes, después de once años, Independiente pueda volver a festejar contra las Gallinas. Porque este es EL semestre. Por tus fieles, tu orgullo y tu gloria. El Rey está de vuelta, expectante, sintiendo que este plantel quiere devolverlo otra vez arriba. “…Vamo´ Independiente que tenemos que ganar, para que llore River, la Academia y todos los demás…”
