Independiente había arrancado mal, pero cambió su cara por completo con el ingreso de Toloza, que revolucionó el juego, conectó todos los engranajes y fue clave para el triunfo en Mendoza.
Siempre, pero siempre, con fútbol es mejor. Carlos Tevez lo sabe, no hay dudas de eso. Sin embargo, quizá por ser el debut en la Copa de la Liga y por tratarse de un partido de visitante en una cancha dificultosa por ser un recinto más bien de la Primera Nacional que de la categoría máxima, el entrenador de Independiente eligió prescindir de un volante elaborativo para el arranque ante Independiente Rivadavia. Por fortuna para él y para todo el cuadro de Avellaneda, se dio cuenta a tiempo y cambió. El ingreso de Santiago Toloza le dio al partido y al Rojo la revolución que necesitaba para ganar.
El 5-3-2 planteado por el Apache de movida no funcionó en tierras cuyanas. El local plantó un esquema espejo y lo doblegó en la primera parte. El Diablo no pudo hacerse dueño de la pelota nunca porque carecía de un conductor. Así, ni Federico Mancuello por la izquierda ni el debutante Jhonny Quiñonez por la derecha generaron juego y tampoco se conectaron entre sí ni con la dupla ofensiva compuesta por Alexis Canelo y Gabriel Avalos.
Apenas un buen centro del ecuatoriano se vio en esa etapa inicial como producción roja. Poquito. Las demás aproximaciones fueron de tiros de esquina, bien ejecutados por Mancu, que encontraron las cabezas de Felipe Aguilar y de Joaquín Laso, aunque ninguno de los dos fue certero para romper el arco de enfrente.
Independiente no ponía en peligro a su homónimo mendocino, que sí se animaba y ponía en aprietos a la defensa, que en un par de veces debió ser salvada por las manos siempre firmes de Rodrigo Rey. El estreno no era el esperado para Tevez y para todo el Rey de Copas. No funcionaba lo planificado. Había que hacer algo. Y el DT lo hizo.
Corrigió en el descanso la falla. No dudó en romper la línea de cinco defensores. Sacó a un errático Damián Pérez para meter a Toloza y correr a Ayrton Costa al lateral zurdo. Automáticamente, las piezas encajaron como en un rompecabezas que quedó por fin terminado. El 4-3-1-2 dio vuelta el trámite de la noche en Mendoza.
Toloza jugó sin lugar asignado. Suelto, por todos lados, no fue referencia para los volantes de la Lepra. Y así pudo tender hilos de diálogo con el resto de sus compañeros. Lo que antes era un conjunto de voluntades sin un orden, de pronto de transformó en un equipo con un sentido bien claro. Siempre con el 10 como eje, Independiente empezó a fluir.
A uno o dos toques, se agilizó el mediocampo. El gol a los tres minutos del complemento, muy similar a la jugada del segundo gol de la Scaloneta a Francia en la final de Qatar 2022 por cierto, fue la expresión perfecta de velocidad, precisión y contundencia. Recuperación de Toloza en el círculo central, tocó para Alexis Canelo, quien jugó para Gabriel Avalos. El paraguayo descargó para Toloza, que había leído todo de antemano. El enganche habilitó de primera al espacio a Costa, que se proyectó como Fideo en el Mundial. Y definió como un delantero experimentado. Golazo.
El Rojo cambió la cara 360 grados de un tiempo al otro con una modificación. Pero esa variante hizo ensamblar todos los engranajes. Toloza jugó e hizo jugar. Fue siempre dinámico y peligroso. Buscó pases y también buscó su gol aunque no pudo conseguirlo. Hubiese sido un premio merecido. Fue primero en toques, faltas recibidas y pases al campo rival. Hizo 20 pases precisos de 25 en total. Con fútbol, Independiente fue mejor. Mucho mejor.
Y, de yapa, se volvió a Buenos Aires con una certeza: su 10, que tanto sufrió el semestre pasado por un severo esguince de tobillo, está de regreso.
