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Desconexión sideral

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En vez de juntar a los jugadores de buen pie, en Independiente cada uno jugó por su lado y el fútbol así estuvo lejos de fluir. Rasgos de un equipo cuyas piezas no se asocian en medio de un contexto de club imposible.

Independiente no funciona. Y hay varias razones arriba de la meza desplegadas es un abanico inmenso. Se sabe que mientras no existan soluciones estructurales, difícilmente se encuentre un rumbo deportivo. Todo va de la mano. Pero, en el fondo, el fútbol se trata de jugar a la pelota y al momento del pitazo inicial todo debería quedar de lado y ahí es cuando comienza el análisis del juego en sí, en el que el Rojo también hace agua y se hunde cada vez más.

Buen pie no le falta al equipo. Es cierto que dispone de un plantel corto y diezmado. Lo sufrieron los últimos entrenadores y lo sufre el interino Claudio Graf. Pero con el material con el que se cuenta tiene jugadores de calidad que saben tratar bien a la pelota y generar juego. Ahora, si esas piernas hábiles no se juntan, todo se hace imposible.

Hubo una desconexión sideral en Independiente sobre el césped de Florencio Varela. Principalmente porque Tomás Pozzo y Alan Soñora, los dos futbolistas que pueden, por sus características, marcar la diferencia en el campo, ni se vieron las caras mientras compartieron la cancha.

¿Por qué? Son varios los motivos. El primero lo tiene como responsable al técnico, que es quien decide dónde ubicar las fichas. Para visitar a Defensa y Justicia, Graf eligió un 4-2-3-1, incluyendo a Juanito Cazares por el lesionado Facundo Ferreyra, con Pozzo por la derecha y Soñora por el otro costado. Dos pibes acostumbrados a moverse por el centro, jugando por los extremos…

Otro culpable de esa falta de conexión fue Cazares, de mal rendimiento. Juanito se paró en el medio y pudo haber hecho de puente, de eslabón, para hacer funcionar una sociedad tripartita que en los papeles invitaba a entusiasmarse ya que todos ellos disponen de gambeta, pase filtrado y pegada. No se vio absolutamente nada de eso el miércoles.

Por último, los mismos protagonistas. Ellos también tienen responsabilidad. Al margen de las indicaciones desde el banco, los que deciden de la línea de cal hacia adentro son los jugadores. Y existe algo llamado rebeldía. El fútbol también se trata de romper esquemas para sorprender al rival, para asociarse, para desnivelar. A ninguno se le ocurrió o al menos ninguno pudo hacerlo en la derrota contra el Halcón. Cada uno se mantuvo por su lado, como si existiera un muro en el medio.

Pozzo tuvo unos primeros minutos en los que demostró dinamismo por el sector diestro. Intentó buscarse con Leandro Fernández y con la subida de Alex Vigo. Contó con algunos movimientos interesantes, pero todo quedó en apenas una insinuación porque ante la falta de acompañamiento, no se sostuvo con el correr de los minutos y luego se fue agotando.

Independiente fue un manojo de nervios. Cada gol de Defensa lo partía en más partes. El festejo desaforado de Vigo en el descuento, como si hubiera dado vuelta el resultado… Las amonestaciones de Fernández y de Lucas Rodríguez sabiendo que estaban al límite y que no tienen reemplazantes en el plantel… Más hechos que denotan una desconexión sideral en un Diablo extraviado en el limbo.

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