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El primero de Lucas

marequee

Así es, este domingo ante Rosario Central, Lucas Armando Mareque marcó por primera vez con la casaca de Independiente y abrió un partido muy cerrado. Otra vez volvió a ser decisivo y su fútbol fue la llave maestra que el Tolo tuvo para esta batalla.

Al principio parecía que se suspendía el partido. Lluvia torrencial, premoniciones de diluvio universal y un panorama que se veía más oscuro que las propias nubes que rodeaban el Libertadores de América. Sin embargo, el árbitro Pompei decidió jugar igual. Se armó su propia arca y saltó al campo de juego. Luego de un primer tiempo movidito, el segundo lo encontró al Rojo en un letargo del que parecía no salir. Hasta que, claro, apareció el Arco Iris. Sí, esa belleza de la naturaleza que suele estar tras las tormentas.

En este caso fue Lucas Mareque. El lateral izquierdo se calzó el equipo al hombro, subió hasta la mitad del campo (escudando su espalda aparecieron Mancuello y Galeano) y empezó a tejer lo que sería más tarde un gol importantísimo, de esos que ganan campeonatos. Se podría decir, sin miedo al ridículo, como el de Tuzzio hace unos días en la Paternal.

Promediaban los 30 minutos del segundo tiempo, Mareque recibió el balón. Encaró, dio una clase magistral de gambeta y, como los libros suelen aconsejar, clavó un zapatazo de tres dedos que se coló en el ángulo, lejos de un arquero que había sacado todo. Así, el zurdo lateral abrió un pleito reñido y, sin darse cuenta, quedó en la historia grande de aquellos que saben qué es gritar un gol con la camiseta del Rojo en su pecho.

Más tarde llegaría el tanto de Leonel Núñez para clarificar el final del partido,
asistido por Mancuello, otro de buen desempeño. Sin embargo, la ovación fue otra vez para él, para Lucas Armando Mareque, quien con su zurda suele tejer pentagramas para escribir la melodía más linda del fútbol… la de la gambeta profunda y la del engaño con sentido lúdico, para regalar sonrisas y vender la sensación de gol en cada ataque.

Lejos, muy atrás quedan esos momentos de recelo que se vivieron con el entrenador. Lo pasado pisado, frase trillada pero que hoy sigue más viva que nunca cuando hablamos de Mareque y Gallego. El defensor fue un guerrero que aguardó su chance para convertirse en General de batalla y conducir a su equipo hacia la gloria.

Sólo queda por destacar que a nivel personal Mareque ha convertido tres goles en su carrera.
Todos zapatazos preciosos y de una pegada infernal. Lo sufrió Olimpo, Independiente (el gol que le hizo al Mono en el 2005 fue muy similar al del domingo) y ahora Rosario Central. Sin dudas un defensor distinto, un alma encariñada con la pelota al pie, un demonio a la hora de encarar. Felicitaciones Lucas.

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