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El que mal anda, mal acaba

Garnero Menotti

¿Era necesario que Menotti inventara un proyecto para sacar al entrenador de turno? ¿Era necesario tirar por la borda una excelente sumatoria de puntos gracias a un técnico que nos devolvió la alegría más allá de algunas decisiones tácticas poco afortunadas? ¿Era necesario despoblar un plantel que se había ganado la confianza de la gente, luego de varias temporadas de tropiezos, golpes y heridas sin fin? ¿Era necesario quemar a otro ídolo por un capricho de un manager que ni siquiera sabía que era manager y de un presidente que se empeñó en destruir lo que con tanto esfuerzo se había forjado?

Estas preguntas tienen respuestas. El “no” gana por escándalo, pero la dirigencia, de la mano de un César Luis Menotti banal y descabellado, volvió a pisar el palito y otra vez terminó derrapando, arrastrando a todo Independiente al mismísimo infierno. La gente no aguanta más tantos papelones, tantas bofeteadas al mentón, tanta falta de respeto por la mística del club, por la historia y la gloria de la institución. Ahora, sin un Daniel Garnero que seguirá siendo ídolo más allá de su ineptitud para dirigir a Independiente, y sin un manager que no sintoniza con la piel del hincha, deberían ir a buscar a Américo Rubén Gallego, casi de rodillas y pidiéndole perdón por la estupidez de no renovarle el contrato por motivos tan necios como irresponsables.

Y que ahora no vendan la historia de las diferencias económicas, sino tendrían que dar demasiadas explicaciones sobre lo que cobraba el manager por dar “consejos” irremediablemente carentes de sentido, los cuales sólo le convenían a él. No debería haber otros nombres en danza. Gallego conoce a gran parte del plantel y sabe cómo es la gente, que desde que se fue, en su gran mayoría, nunca dejó de soñarlo otra vez en el banco del Libertadores de América.

Julio Comparada y los demás directivos, por una vez en su gestión, deberían escuchar al hincha, que en definitiva, es el que más sufre con este pésimo y bochornoso presente. No sólo eso, sino dar la cara y pedir perdón, hacer autocrítica y ponerle el pecho a los pasos en falso. Reconocer el error sería también un gesto de gratitud hacia los socios de la institución.

A Garnero se les estará agradecido por su época como jugador, por su exquisitez con la 10 del Rojo, pero este no era su momento. Lo manejaron como quisieron y “se olvidó” de poner sus límites, de marcar lo que aceptaba y lo que no. Le desarmaron un plantel, le trajeron jugadores de la talla de Nicolás Cabrera, de Cristian Pellerano –todos con el visto bueno del manager que no sólo junto esa clase de jugadores, sino que además nunca subió otros jugadores de inferiores a los que ya había subido Gallego-, y así le fue. La mentira del proyecto se acabó, fue un mamarracho que explotó en los aires y salpicó de suciedad a sus creadores.

El error está consumado, es hora de escuchar a la gente, pero escuchar de verdad, y poner todo en la mesa para el futuro de Independiente. Basta de proyectos mentirosos, basta de traer experimentos y apostar a hacer torneos dignos. Basta de irresponsabilidades que terminan saliendo demasiado caras. Basta de tomarle el pelo a Independiente. Fuimos, somos y seremos demasiado grande para el que quiera ensuciarlo. Al socio, lo que es del socio, y al hincha respeto eterno. De una vez por todas: basta. Pensemos en grande, pensemos en serio.

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