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Entre todos, lo vamos a lograr

festejo

Será imposible agotar los minutos del día esperando el partido y no pensar en ella, que espera un dueño fiel, de su estilo, que sepa conquistarla como lo desea. En su interior se relame por Independiente y ese exquisito perfume que lleva en ese emblema rojo, que de tan brillante encandila, como en esas viejas épocas que lo vieron coquetear con todas las copas habidas y por haber. La Sudamericana espera por nosotros, casi o más que nosotros por ella. Somos presos de esta hermosa ilusión que nos devolvió la sonrisa y el volver a confiar que el Rojo está vivo, que el gigante despertó y va por otro logro internacional.

Lo imaginaste y lo deseaste tanto que el día llegó. Otra noche de Copa, hermano, y nada menos que una final. Se regocija el alma, te cruje el estómago, el corazón palpita a un ritmo el cual sólo Independiente sabe cómo ponerlo. Porque es nuestro sentimiento, es nuestro Rojo del alma que, después de besar la lona y sentirse abandonado por dirigentes que nunca estuvieron a su altura, se despertó por su gente, esa que siempre lo quiso volver a ver nacer.

Mirás el cielo y le agradecés a la vida que sea roja. Te golpeás el pecho y observás la hora, falta tan poco, pero el reloj parece de arena. Los nervios te consumen, pero la puta, qué hermoso es sentirse tan vivo, palpar algo que muchos no conocieron y que otros, miles de veces, nos explicaron. Ese perfume que nos colma el corazón, esa mística que florece a flor de piel y que nos hace entender nuestros genes, nuestros antepasados. Porque Independiente por siempre va a ser el sol que nos despierte con un nuevo amanecer, a pesar de los días nublados.

Sólo queda pedir ese último esfuerzo, esas última gotas de sudor, ese alma y corazón que estén a la misma altura de la camiseta. A los jugadores, al cuerpo técnico, hay que decirle “GRACIAS”, y demostrarle que esta Copa la juegan con nosotros que, como fieles soldados, vamos a trabar cada pelota con ellos, a tirar un firulete para sacarnos de encima un brasileño, a ser las manos que cuiden el arco y el pie o la cabeza que meta la bocha en el arco rival.

Esperamos mucho por tener este lugar que lo sentimos tan nuestro como pocos. Sufriste, lloraste, insultaste, te peleaste con amigos, con familiares, sentiste que todo estaba perdido. Por eso, ponete la camiseta, lucila como siempre y amala hasta la eternidad. Porque sólo Independiente nos hace sentir esto tan hermoso que hoy llevamos dentro. No quedan palabras, ni gestos, ni nada; sólo esta ilusión que deseamos desde hace mucho. Seguí deseándolo, hermano, porque entre todos lo vamos a hacer posible. Entre nosotros, los que estamos, y aquellos que desde arriban se ríen y disfrutan que estamos viviendo lo que alguna vez sintieron ellos.

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