Leandro Fernández se irá en condición de libre por segunda vez. ¿Sale cartita?
Tal vez el título sea injusto, porque probablemente ni Judas se anime a tanto. Este es un nuevo nivel de poca importancia, es el nivel Leandro Fernández. Si, ese mismo futbolista que se llenaba la boca hablando de amor, de ir para adelante, de sentido de pertenencia, ahora vuelve a dejar en banda a Independiente.
El delantero ya había dejado al Rojo en 2020 en condición de libre, y se había ido a Internacional de Porto Alegre. Luego pasó por Nacional de Montevideo, y en ninguno de los dos tuvo suerte. Sin club, volvió al Rey de Copas para remontar su carrera, y ante el enojo de los hinchas, escribió una carta a modo de disculpas, pero las palabras se las lleva el viento.
Pasó el tiempo, sus actuaciones fueron mejorando, y sus estadísticas también. Cambió la mirada de los hinchas, y los que antes lo cuestionaban, ahora volvían a bancarlo. Una redención podía ser creíble, pero el traidor siempre será un traidor, y Leandro Fernández lo sabe bien. Llegando fin de año, y con el contrato por finalizar, priorizó una oferta de Chile por sobre la institución que le permitió volver al ruedo.
Si, finalmente el tribunero de los bailecitos locos jugará en Universidad Católica. Nunca le importó Independiente, nunca le importaron los hinchas, siempre pensó en él mismo. Iba a ser necesario para 2023, pero no le interesó, ni siquiera pensó en la posibilidad de llegar a un acuerdo para dejarle algo a Independiente.
Es sabido que, a fin de cuentas, el futbolista es un trabajador, y siempre prioriza su bienestar. Sin embargo, lo de Fernández pasó a ser un manoseo descarado a un club que le bancó dos roturas ligamentarias y le permitió remontar su carrera. Que disfrute de su estadía en Chile, pero que por Avellaneda no pase nunca más.
