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La historia te dice quién sos

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Independiente fue para adelante, le sacó un empate a Boca, pero otra vez ellos se acordaron de que son… ¡RACING!

Recibís un golpe, caés al piso, te levantás, y cuando querés sacar pecho, te noquean de vuelta. Una y otra vez, el ciclo sin fin, un círculo vicioso. Así es la historia de un club celeste y blanco, minoría en Avellaneda, que siempre quiere ponerse a la altura de Independiente y se olvida de que a duras penas le da para discutirle a Lanús.

Racing peleaba el torneo, y recibía a River en la última fecha. Su máximo competidor era Boca, que enfrentaba al Rojo. Ellos, otra vez y como siempre, pendientes de Papá. Decían, desde hacía semanas, que el Diablo iba a ir para atrás en la Bombonera, y desde algunos medios lo replicaban. Ponían en duda la integridad nada más y nada menos que del máximo campeón de la Libertadores, insólito.

Ellos, por su parte, tenían que ganarle al Millonario, y de darse, solo necesitaban que el Xeneize no gane. Era un panorama complicado, pero posible para un equipo que busca ser campeón. Claro que, si ese equipo es mufa, las probabilidades bajan drásticamente, y es lo que sucedió.

Independiente se ponía en ventaja en la Bombonera, y el grito de gol se escuchó en Avellaneda. ¿Eran del Rojo? ¡No! ¡Eran los de Racing! Si, los mismos crédulos que pensaban que el Diablo tiene mentalidad chica como ellos, por primera vez supieron lo que es festejar un gol de un equipo grande.

 

Luego, Boca lo empató, y llegó a darlo vuelta. En ese momento, ellos se pusieron en ventaja, y el escenario les era ideal: Le ganaban a River, pero el más grande perdía y, en sus cabezas, el Rey de Copas estaba yendo para atrás. Por suerte, nada de eso ocurrió, y pese a que el Xeneize estaba puntero, el Orgullo Nacional le hizo frente.

Miguel Borja se llevó puesta la pelota en el Cilindro, y empató el duelo. En simultáneo, Nicolás Vallejo ganaba enfrente de La 12 y vencía la resistencia de Agustín Rossi para igualar el encuentro en la Bombonera. La definición estaba al rojo vivo, y todavía faltaba un capítulo más.

 

Racing, como se dice en la jerga popular, corría con el caballo del comisario. Faltaban cuatro minutos, y Pablo Echavarría sancionó un penal que solo él vio. Jonathan Galván pateó anunciado, atajó Franco Armani y, en el rebote, Nicolás Oroz la mandó afuera. Tenía el campeonato en bandeja, y lo dilapidó. Tan Racing que duele.

 

Minutos más tarde, cuando se moría el encuentro, fue Borja quien marcó su doblete y dio vuelta el encuentro para no solo dejar sin torneo a la Academia, sino también hacer que se despidan con la cabeza gacha. En solo minutos, los mufas pasaron de acariciar el título a perder el encuentro.

 

Les duele haber perdido el campeonato, pero más les duele saber que fue por ser Racing. Lo tenían servido, Independiente les había hecho el favor de sacarle puntos a Boca, y no pudieron asestarle el golpe de gracia a River que necesitaban para gritar a lo grande. Nacieron mufas, y van a morir así. Porque son chicos, diminutos, y les cuesta aceptar que, por mucho que quieran levantar la cabeza, siempre vivirán a la sombra del Rey. La historia, después de todo, te dice quién sos.

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