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Giménez se equivocó feo, pero su crédito sigue abierto.

Ni héroe ni villano: Giménez y un exceso de confianza que salió caro

Giménez se equivocó feo, pero su crédito sigue abierto.

El sanjuanino venía de tres goles en dos partidos en el ciclo de Tevez, pero picó mal su penal ante Estudiantes, se lo atajaron y quedó bajo la lupa. No era un salvador, ni ahora es descartable. Deberá aprender.

Si había que destacar un acierto por sobre otros en la llegada de Carlitos Tevez a Independiente y sus primeras decisiones, la gran mayoría señalaría casi sin pensalo la apuesta por Matías Giménez, que venía relegado en el banco en el último tramo del ciclo de Ricardo Zielinski. El delantero recobró la confianza y aprovechó en los dos primeros partidos la oportunidad que le dio el DT con tres goles (dos golazos y uno de penal). Pero en el duelo de Copa Argentina quedó en el centro de las broncas por su insólita definición en la tanda de penales. ¿De héroe a villano sin escalas?

El de delantero es uno de esos puestos neurálgicos en un equipo de fútbol. Sus acciones para bien o para mal inciden directamente en el resultado. Pueden ganar un partido o perderlo si no aciertan en su definición cuando llega el momento. Lo mismo le ocurre a los arqueros. Un error se paga demasiado caro.

Giménez vivió las dos caras con poquitos días de diferencia. Sin embargo, nunca fue un salvador y tampoco ahora es descartable. Venía embalado y cayó en la trampa que le jugó su propio exceso de confianza. Para algún desprevenido que no vio la eliminación de Independiente ante Estudiantes en los octavos de la final de la Copa Argentina, el sanjuanino fue un protagonista estelar en la tanda de penales al optar por picar su definición. Le salió muy mal y Mariano Andújar se la contuvo desde el suelo sin hacer prácticamente esfuerzo.

A partir de ahí, la serie desde los 12 pasos se le volvió en contra al Rojo. Erraron Joaquín Laso y Alexis Canelo y Rodrigo Rey no pudo acertar ninguno del rival. Así, Estudiantes pasó a cuartos sin merecerlo en los 90 minutos, pero siendo efectivo en sus ejecuciones.

No tuvo en cuenta Giménez lo que el propio Tevez le había aconsejado en su primera semana. “Tomate un segundo más para pensar antes de patear”, fue lo que le había sugerido el Apache, contado por el propio atacante rojo. Eso lo aplicó contra Vélez y Gimnasia. El resultado, creer o reventar, fueron una definición mejor que la otra para volver a celebrar gritos propios. También había pedido patear el penal que le dio el triunfo al Diablo contra el Fortín en un momento bien candente.

Federico Mancuello y Martín Cauteruccio no pudieron convencerlo para que le cediera la pelota y el sanjuanino no falló. Incluso también metió una pausa en su carrera para pensar a dónde colocarla. En Mendoza ante el Pincha hizo todo lo contrario. Se confió demasiado, buscó sobrar una situación límite y este Independiente no está para regalar absolutamente nada. Le habrá quedado en claro después de ver cómo su defectuoso tiro caía manso en los guantes de un incrédulo Andújar.

Durante el encuentro en el Malvinas Argentinas, Giménez demostró su entrega de siempre. La corre todas. Debe ser de los pocos que sostiene la intensidad hasta el final como quiere Carlitos, por eso no sale. No obstante, volvió a ser ese Giménez irresoluto, que se nubla al momento del gol.

Tuvo situaciones, aunque no supo sacarles jugo. Un cabezazo suyo pasó cerquita en el primer tiempo. Otra definición desviada. Y en el complemento volvió a fallar de frente al arco. Tuvo en sus pies el triunfo en la última: tras un córner, Laso se lo perdió dos veces y en el segundo rebote, Giménez disparó al bulto y la pelota dio en Núñez.

No es, ni por asomo, el máximo responsable de la eliminación. Pero sus acciones tuvieron incidencias en el resultado del partido (1-1) y de los penales (1-3). El mismo fútbol que lo hizo revivir hace algunos días, ahora le pone la plancha alta para marcarle que nunca hay que descuidarse. Ni era un héroe ni es un villano. Su error, aunque grosero, no debería sacarlo del equipo automáticamente, como piden desde el sillón los campeones de la vida; sí deberá ser un aleccionamiento para no volver a repetirlo cuando el fútbol le dé revancha.

Giménez se equivocó feo, pero su crédito sigue abierto. Giménez se equivocó feo, pero su crédito sigue abierto.

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