Independiente no pudo quebrar a Huracán, empató 0-0 en el Tomás Adolfo Ducó y le cedió la punta en soledad a Estudiantes, que antes venció a River 1-0. El equipo de Américo Gallego fue de menor a mayor y casi lo gana sobre el final, pero el arquero Gastón Monzón le tapó un mano a mano increíble a Andrés Silvera. Ahora, a remarla desde atrás…
En el primer tiempo, Independiente fue incapaz de construir el mismo fútbol que mostró ante Banfield en los 45 iniciales. Los volantes externos casi no participaron, Leonel Núñez y Leandro Gracián aportaron poco y Andrés Silvera quedó solo, muy aislado, también con escasa intervención. Así, el Globo se animó y, por momentos, puso en apuros a un Adrián Gabbarini que siempre respondió.
A los 8, la primera la tuvo Independiente con un remate que se fue por arriba del travesaño de Núñez, tras una buena acción de Lucas Mareque. Dos minutos después casi factura Huracán. Todos los defensores del Rojo se quedaron dormidos en un corner y cuando uno de los jugadores locales se disponía a definir, llegó un rechazo y el peligro se disipó. Aunque por poco tiempo.
A los 16, entre Walter Acevedo y Mareque perdieron la pelota, Patricio Toranzo aprovechó, habilitó a un Gino Clara que remató fuerte pero poco esquinado para la buena intervención de Gabbarini. Y a los 16 otra vez el Globo inquietó, ahora por medio de Adrián Peralta, quien otra vez hizo lucirse al arquero rojo.
Llegando a la media hora de juego, Independiente comenzó a manejar más y mejor la pelota, pero sin tener demasiada idea de qué hacer con ella. Así, sólo coqueteó con el tanto una vez, con un desborde de Piatti que Silvera cabeceó al cuerpo de Gastón Monzón. Y no hubo tiempo para más nada: ninguno de los dos aprovechó su momento y el cero se hizo inquebrantable.
El arranque de la segunda etapa fue a todo trapo. A los 3, Gino Clara tuvo su chance pero la despilfarró tirándola por encima del travesaño. Al toque, el Rojo reaccionó y vivió su mejor momento en el partido, arrinconando a Huracán contra su arco. Sin embargo, otra vez el problema estuvo en la definición: Núñez, Gracián y Piatti tuvieron sus oportunidades, pero todos los remates salieron muy desviados.
Los minutos pasaban y como el empate no servía, el Rojo se la jugó entero por el triunfo y empezó a dejar espacios atrás que casi los aprovecha Clara, tras un mal pase de Piatti, pero cuando el del Globo se disponía a ajusticiar a Gabba, apareció la figura de Julián Velázquez, de enorme partido, para tapar el remate. Independiente iba y no podía, Huracán contragolpeaba y asustaba.
El nerviosismo se acrecentó, no así el fútbol, y aunque tenía la pelota, el Rojo no sabía cómo aprovecharla. Después, con más ímpetu que otro atributo, arrinconó otra vez a Huracán y casi lo gana sobre el cierre, a los 41. Buena acción ofensiva, Silvera quedó cara a cara con Monzón y, raro en él, el Cuqui definió suave, sin convicción, y facilitó la respuesta del arquero.
Y fue empate. Independiente lejos estuvo de repetir la actuación que tuvo la semana pasada en el Sur, dejó dos importantísimos puntos en el camino y ahora otra vez las dudas revolotean por Avellaneda. Quedan tres finales, 9 puntos y, lamentablemente, ya la historia no depende exclusivamente del Rojo. Todavía falta, aunque la mala es que enfrente está nada menos que Estudiantes…
