Duele, obvio. Cómo no va a doler perder con ese equipito, cómo no va a doler si teníamos la gran chance de escaparnos de los perseguidores. Pero ya esta, Rojo de mi alma, hay que seguir de pie, por tú gente, esa que se banco todo, las buenas, las malas y las horribles.
No hay que caer en la vulgaridad popular que se respira después de la derrota ante Gimnasia. “Este no sirve, el otro es un perro. Somos un desastre, te lo dije”. No muchachos, tranquilos, no nos metamos que ese clima lo único que busca es separar la gran masa roja, esa que ilusiona con romper el letargo del 2002. Hay que ser conscientes, más allá del juego ó no, que este equipo también pelea por ser el mejor de la temporada, pese a quien le pese. Y, por más que no brille, tiene los méritos suficientes para estar donde está.
Por eso, no caigamos en ese círculo vicioso de pensar en el diario del lunes. Vamos de a poco. No le demos de comer a gran parte de la prensa que nos quiere ver caer, que quiere recordarnos los fantasmas del 2007, con Troglio, cuando estuvimos 13 fechas punteros y nos caímos. No. Que hablen boludeces, que digan lo que quieran.
Independiente está mucho más allá de eso. Independiente es gloria, es mística, es una historia inmensa que amamos desde la cuna. Hay que seguir, poner el pecho, porque seguimos punteros, moleste a quien le moleste. Sigamos exigiendo a los jugadores, pero el sábado hagamos nuestro mejor papel de hincha. Vayamos al Libertadores de América y explotemos la garganta. De esto se sale ganando y, los jugadores, necesitan nuestro apoyo. No seamos contra como la mayoría, porque el equipo y el entrenador lo único que reciben, son palos de todos lados. Es verdad, por ahí no jugamos bien, pero al final del campeonato uno tiene que festejar, y tenemos que ser nosotros.
Nos quieren ver sufrir, nos quieren ver golpear el piso. Pero no los tenemos que dejar. Con el corazón, el alma y la sangre más roja que nunca, hay que ir al frente, hacerle una gambeta a los mediocres que festejan nuestros tropiezos, y volver a creer en que podemos llegar a lo más alto. Como lo hizo Eduardo Tuzzio, con esos huevos vamos a dejar esta derrota atrás.
Dale Rojo, despabílate, nosotros estamos con ustedes. Somos los que te queremos de verdad, los que le ponemos la carita a la adversidad y te queremos ver volver a brillar. Dale, Rojo, ponga huevo que no ha pasado nada…
