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Independiente festeja en Santiago del Estero.

Sin Ortiz no hay paraíso

Independiente festeja en Santiago del Estero.

El Melli volvió al equipo tras una fecha ausente y demostró que es fundamental en este Independiente. Un motor en el medio que equilibra y empuja. Su aporte en el gol fue clave.

Más allá del fundamental aporte de Braian Martínez con su gol y su cambio de ritmo para marcar la diferencia y así romper al fin con la negativa racha que arrastraba Independiente de visitante, en Santiago del Estero hubo un laburante silencioso, infatigable, que demuestra que no puede faltar en el mediocampo rojo. La vuelta de Sergio Ortiz le devolvió al equipo de Avellaneda seguridad y empuje en una zona neurálgica del juego.

Sin el Melli no hay paraíso para este Independiente. Se ha convertido en un futbolista indispensable Ortiz. Y eso quedó muy expuesto con su ausencia por suspensión en la derrota de local contra Newell’s de la semana pasada y su retorno a la formación en el estadio Madre de Ciudades con el triunfo por 1-0 ante Central Córdoba.

El Melli es el motor del medio rojo porque enciende al resto. Se desdobla en dar una mano en la recuperación, con una presión post pérdida rápida y también aporta en el sector elaborativo cuando se adelanta en el campo.

Zielinski había quedado conforme con lo que había visto en el Bosque, a pesar de esa última desatención grosera que le costó los dos puntos en el final. Por eso optó por dibujar nuevamente el 4-1-4-1 en Santiago. Con esa estrategia pudo ocupar bien el ancho del terreno y estar corto entre sus líneas para no dejarle espacios al rival. Central Córdoba contó con una situación de gol a los 3 minutos cuando Rodrigo Rey le ahogó el grito tempranero a Ciro Rius. Y después no logró edificarse más peligro el local.

Y en eso mucha culpa tuvo Independiente, que en el primer tiempo presionó alto, generó algunas chances de riesgo frente al arco ajeno y logró anotar en una jugada que tuvo su gestación en una intervención clave del Melli Ortiz. Él fue quien presionó de manera astuta para provocar la pérdida del hombre del Ferroviario. La pelota derivó en Baltasar Barcia, quien tiró el centro al primer palo. Martín Cauteruccio pifió y le quedó al Chaco, que como en La Plata la mandó a guardar.

Esa Presión de Ortiz fue clave. Es una de sus virtudes: estar atento para ahogar la salida del adversario. Lo había hecho en La Paternal, varias fechas atrás. Este domingo, se ubicó por delante de Iván Marcone a la misma altura que Martín Sarrafiore. Entre los dos se repartieron la cancha y Ortiz estuvo por la franja derecha.

Pero, además de mirar al arco de enfrente, el Melli hace de equilibrista para nivelar el círculo central. Juega, corre y también marca. Su ayuda refresca a un Marcone hoy algo lento, que necesita de la colaboración porque como cinco tapón puede dar algunas ventajas. Ortiz es quien, por características, retrocede en la cancha para doblegarse y aportar en la recuperación.

Esa faceta se vio más en la segunda parte, cuando Independiente se plantó decididamente de contraataque para cuidar la diferencia. Supo defenderse el Rojo y puso un importante ladrillo en la construcción de su confianza. Esta vez no hubo distracciones. Esta vez no se durmió. Y hasta ni siquiera sufrió en el complemento.

De hecho, pudo haber aumentado el marcador de no haber sido porque Barcia llegó hasta el arquero en soledad sin tener decidido qué hacer y terminó desperdiciando un contragolpe ideal.

Está claro que Independiente no ganó pura y exclusivamente por Sergio Ortiz. Pero está claro a su vez que hoy es un futbolista que no puede faltar en el medio del Diablo. Y si no está, lo siente. Su presencia le devolvió solidez, equilibrio y empuje. Sin el Melli no hay paraíso.

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