Independiente lo buscó en el complemento pero falló ante el arco de Arsenal. La falta de contundencia sigue costándole puntos valiosos. ¿Por qué no jugó el Chaco de entrada?
Si debió haber un ganador en la noche dominguera de Avellaneda, ese sin lugar a ningún tipo de dudas fue Independiente. En el segundo tiempo hizo casi todos los méritos necesarios para quedarse con los tres puntos ante un Arsenal que se defendió de principio a fin. Casi, porque más allá del empuje, de buscarlo hasta el final y de que le sobraran las ganas, le faltaron lo esencial del fútbol: los goles.
Es una falencia que por ahora Carlos Tevez no logra descular. Y eso que algo sabe de definición el Apache. Sin embargo, a sus muchachos se les nubla la vista en el momento más candente, ahí cuando tienen que decidir dónde ubicar la pelota. En todas las situaciones de peligro que tuvieron contra el arquero Medina patearon al bulto.
No es exclusividad de un solo jugador. Mucho se le cae a Matías Giménez, que supo hacer un par de golazos seguidos en el amanecer del ciclo de Carlitos, cuando se tomó un segundo para levantar la cabeza y pensar dónde pegarle, tal como le aconsejó el entrenador. Pero Alexis Canelo tampoco viene siendo garantía de gol. En el Monumental prefirió buscar un penal simulando una falta antes que seguir en posición de definir. Y ante el Arse contó con un rebote inmejorable tras un tiro de Damián Pérez y le dio centrado, al cuerpo del golero.
Para colmo tampoco se cuenta con la alternativa de Martín Cauteruccio, goleador nato, que sigue recuperándose de un cuadro de salmonella y es complicado que pueda volver a jugar lo que resta de la Copa de la Liga. Las opciones no abundan y cuando la pólvora se humedece se nota demasiado. Lo bueno es que, sobre todo en la segunda parte, Independiente generó las situaciones de riesgo en el arco de enfrente.
De todos modos, es cierto también que el Rojo obsequió un tiempo. Tevez decidió ahora sí volver a cambiar el esquema y desempolvar la línea de cinco defensores, con el ingreso de Felipe Aguilar por Braian Martínez. El 5-3-2, más allá del número telefónico, no necesariamente significó un planteo defensivo; por el contrario. El Diablo fue quien sostuvo el protagonismo con la posesión en todo momento, aunque, se insiste, le faltó claridad en los último metros.
En ese primer tiempo le resultó más arduo verle la cara a Medina. Apenas un par de veces lo pudo incomodar: en una de Mauricio Isla (pase filtrado de Saltita González) y en otra de Canelo luego de un pase al medio. La premisa fue ir por los costados, priorizando el sector derecho con la subida de Isla. Pero no resultó como se esperaba. Las líneas compactas de Arsenal no dejaban espacio alguno y el Rojo no encontró muchos caminos liberados ni supo cómo liberarlos.
La ausencia de un hombre más en la mitad de la cancha se sintió. Sobre todo si esa ausencia fue la del Chaco, que aun sin estar en su noche más lúcida, aporta cambio de ritmo, vértigo e imprevisibilidad. Todo eso le inyectó al equipo después del descanso. Resultó llamativo que el que saliera por él fuera González (el cambio era por un muy bajo Mancuello) cuando había sido el único en meter una asistencia en esa primera etapa engorrosa. Luego Tevez explicó que se había levantado con malestar estomacal. ¿No hubiera sido mejor entonces que de entrada jugara Martínez?
De una u otra manera, el planteo inicial no fue exitoso. Dio la sensación que en Avellaneda el DT hizo lo que debería haber hecho en Núñez y viceversa. Ya está. Cuestiones a resolver de las que seguramente Tevez ya debe haber tomado nota, como la falta de gol que le impidió quedarse con algunos puntos más de los que tiene.
(Foto: ph.arita)
