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El Compromiso, Actitud e Intensidad resurgió en Independiente de la mano de Zielinski. A pura entrega y corazón, el Rojo cambió la cara y es otro equipo. (Foto: Clarín)

Volvió el C.A.I

El Compromiso, Actitud e Intensidad resurgió en Independiente de la mano de Zielinski. A pura entrega y corazón, el Rojo cambió la cara y es otro equipo. (Foto: Clarín)

El Compromiso, Actitud e Intensidad resurgió en Independiente de la mano de Zielinski. A pura entrega y corazón, el Rojo cambió la cara y es otro equipo.

Le falta juego. Le falta fluidez. Le faltan ajustes defensivos. Le faltan sociedades. Pero la gran noticia en Independiente es que resurgió el C.A.I: Compromiso, Actitud, Intensidad. Ese fue el lema del equipo de Ariel Holan con el que se conquistó el Maracaná en 2017. Claro que se está lejísimos de ese ideal de fútbol, aunque de la mano de Ricardo Zielinski el Rojo recobró el pulso y tiene otra cara, muy diferente a la de antes de su llegada.

Ganó su segundo partido consecutivo como local, condición en la que sufría horrores por un miedo escénico que se apoderaba de todos sus jugadores cada vez que pisaban el césped perfecto del Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini. Ya no hay temor, o al menos no lo demuestran para nada. Por el contrario.

Este nuevo Independiente se envuelve en el manto de la valentía para salir a presionar alto y ser protagonista desde el primer instante del partido. Lo hizo contra Racing, contra Belgrano y ahora contra Tigre. Ninguno de los tres eras rivales fáciles. Y los superó en juego, pero principalmente en carácter.

El agónico y merecido 2-1 ante el cuadro de Victoria, que llevaba siete fechas sin perder, fue un premio para un Diablo diferente, renovado. Con los mismos futbolistas y algunos ajustes, el Ruso logró una respuesta distinta en el campo. Todos corren, todos meten, todos intentan jugar (algo que todavía a veces no sale del todo bien).

Con eso ya le alcanza para plantarse con personalidad ante sus adversarios y empezar a ser competitivo. Justamente la competencia interna es una de las claves que hace que este Independiente empiece a engranar. El entrenador pide el 110 por ciento. El que da menos, afuera. Así, salieron aquellos a los que no veía bien (Cuero, Cazares) y se ganaron oportunidades jugadores que antes no aparecían en los papeles (Chaco Martínez, Sarrafiore).

Esto genera movimiento interno porque el mensaje que se cumple es “el que no deja todo, no juega”. Un ejemplo claro es lo bien que ingresó Cuero este sábado en el complemento después de haber perdido su puesto un par de fechas atrás. El colombiano captó ese mensaje. Eso, multiplicado por cada uno hace al todo.

Pero, además de la intensidad y del compromiso, se van viendo cuestiones de trabajo y de juego que imponen orden y abren caminos hacia un fútbol mejor. La tarea de Matías Giménez, por caso. Hace el trabajo sucio el sanjuanino. Ante Tigre, Cauteruccio fijaba al primer central y Giménez salía del área para llevarse su marca, a su espalda se metía Martínez para aparecer por sorpresa y aprovechar ese hueco.

La elección de Sarrafiore fue otro acierto. Nadie lo tenía en carpeta ya que había jugado menos de 60 minutos en total en lo que va del año. Y el volante ofensivo fue de lo mejor en la primera parte. Fue quien rompió por el medio en la jugada del 1-0 de Vallejo. Y ahora Independiente ganó un nombre interesante como alternativa en la mitad de la cancha.

Con Zielinski, el Rojo dejó al miedo en el vestuario y sacó a relucir el temple que le hacía falta. Hay otro Independiente, el Independiente del Ruso.

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